«El Amor Divino, unos por otros, nos vincula juntos en la Unidad con Dios» Cardenal Luis Rafael I Sako Patriarca de Babilonia de los Caldeos Arzobispo de Bagdad Consejero del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso Dios es amor y por Su amor existimos a la vez a nivel humano y cristiano. Sin ese amor, nunca habríamos existido. Estamos todos invitados a reconocer a Dios como nuestro Creador y nuestro Padre que nos une en una sola familia: «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios» (1 Juan 3,1-2). Estamos llamados a crecer y a elevarnos en esta afectuosa relación de amor.

«Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios… no es que nosotros hayamos amado a Dios , sino que Él nos amó primero» . .. «Queridos, si Dios nos ha amado de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros… porque si nos amamos unos a otros, Dios mora en nosotros… y el amor ha alcanzado en nosotros su plenitud… el que se mantiene en el amor, se mantiene en Dios y Dios en él.» (1 Juan 4, 7-16)

La pregunta básica que cada uno de nosotros hace cuando queremos establecer una relación con otra persona es: «¿Me quieres?» Y Jesús mismo hizo esta pregunta a Pedro tres veces (Juan 21, 15-17).

El amor es como el aire. Sin él, no podemos vivir en paz, con entusiasmo, alegría y felicidad. En este sentido, la primera Epístola a los Corintios dice: «Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que resuena o címbalo que retiñe… El amor no falla nunca.» (1 Corintios 13, 1-8). El apóstol Pablo pone el acento en la «alegría de amar y dar». Aquí llamo la atención a la palabra «amar» que es diferente de la palabra «caridad», que tiende más a la misericordia que al amor emocional que emana del corazón.

El amor es renunciarse a sí mismo y renunciar a todo por aquella persona que amamos sinceramente. El amor a los demás crea una profundidad en nuestro corazónque nos hace disponibles para ellos. La fe es sinónimo del amor. Creemos en Dios porque Él nos ama, y nosotros Le amamos, confiamos en Él y nos damos a Él para estar a Su disposición. El camino de todos los cristianos es traer diariamente algo del mundo de Dios a nuestro mundo y poner en nosotros algo de Cristo para que podamos volvernos como ÉL Nos hacemos uno como Cristo y el Padre son uno. Nosotros, Sus hijos, nos fundimos en Él. Y nosotros, los mortales, si nos fundimos en Él, morimos, pero vivimos porque en lo más profundo de nuestro ser hay un alma que no muere. «Amo a mi Bienamado y mi alma Le ama, y dondequiera que Él repose, allí estoy yo. Me fundí con Él porque el amante encontró al amado, y porque amo a ese Hijo, me he convertido en hijo. Quienquiera que se una a Él, que es inmortal, se hace también inmortal y quienquiera que se deleite en la Vida, se vuelve vivo.» (Muwashahs (Odas) de Salomón, textos sirios, p. 159). Nuestro amor por los demás es una especie de fusión en el amor de Cristo: » Os aseguro que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a Mí me lo hicisteis». (Mateo 25, 40).

-El amor vive en la verdad y no en una ilusión, es franco y sincero, no conoce la falsedad ni los complejos.

-El amor es desinteresado, no busca su propio interés e ignora la mentalidad del «¡Dame y yo te devolveré!»

-El amor, cuando impregna nuestro ser, nos hace crecer maravillosamente sanos.

– El amor, cuando habita en nosotros, unifica firmemente nuestra vida, ¡aunque haya algún quebranto! ¿Acaso no es la Eucaristía el misterio del Amor? «C risto se ofreció generosamente por nosotros, a quienes tanto amaba» (cf. Juan 13:1)

– El amor es emocional, no es deprimente, preocupante o frustrante; es de gran corazón y paciente, reconfortante, participativo, creativo y siempre renovado. ¡No se puede convertir en «artículo en oferta»!

– El amor no aflige a nadie y no bo1rn su personalidad; no hace nada adverso y no flaquea ante las dificultades ni el dolor; no cree en el cese de la vida, sino que hace que brille en nosotros la esperanza, la confianza, la vitalidad, la energía, la paz y la alegría. ¡El amor es una fiesta, una celebración, una apertura al futuro prometedor!

– El amor es una completa y armoniosa madurez. El amor no necesita hablar, ¡se expresa por sí mismo! «La letra mata, mas el Espíritu da vida «(2 Corintios 3, 6), no se desgasta; no se cansa ni se vuelve introvertido.

– El amor da fuerza e impulso para enfrentarse a los desafíos y sobreponerse a las dificultades, y es el vínculo más fuerte entre nosotros como seres humanos, y entre nosotros y Dios, nuestro Creador.

– El amor profundo y verdadero es un reflejo del amor de Dios por nosotros, así que estamos llamados a educamos a nosotros mismos.

– El amor es un proyecto dinámico que asombra, deleita, eleva y trasciende a través de una integración gradual, no mecánica.

– El amor es un don de sí gratuito: una persona que ama no tiene miedo de entregarse en un matrimonio creativo que ama la vida, o en una libre y fértil consagración al servicio del sacerdocio o de un monasterio: en cuerpo, alma, corazón y mente. Nos sacrificamos por aquel que amamos y lo acompañamos hasta el final. Desde esta perspectiva debemos entender las palabras de Jesús: «Quienquiera que pierda su vida por Mí, la encontrará» (Mateo 16, 25).

– El amor es cercanía compasiva que lo convierte todo en un gran bien. ¡Por eso Pablo afirma que el amor nunca falla!

 

Me gustaría concluir con una cita de San Sahdona (Martyrius), uno de los más grandes maestros espirituales de Oriente, del siglo séptimo: «El reino de Dios está en vosotros» (Lucas 17,21). Porque quienquiera que posea el amor de Dios en él, posee a Dios Mismo. ¡Qué grande es el hombre que tiene amor y que permite a Dios, que es Amor, habitar en su corazón, y que admirable es este pequeño y limitado corazón que ha abrigado espiritualmente a Aquel que el cielo y la tierra no pueden contener!» (Biografía Completa, p. 188)

 

Cardenal Luis Rafael I Sako

Patriarca de Babilonia de los Caldeos Arzobispo de Bagdad

Consejero del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso