El Amor de Dios Padre, la Gracia del Hijo unigénito, y la comunión del Espíritu Santo, estén con vosotros, mis amados y benditos hermanos y hermanas en el Señor:

Es un placer acompañaros por tercera vez en esta bendita peregrinación. Conmigo está el P. Antoine Jarada, de mi diócesis de Homs, Hama y Tartus.

Doy las gracias a las asociaciones de la Verdadera Vida en Dios, presididas por la Sra. Vassula Ryden, que organizaron esta peregrinación.

Me complace estar en Grecia para descubrir con vosotros la tierra de los grandes santos. Pasé cinco años en este país estudiando Teología Pastoral en la Facultad de Teología de la Universidad de Atenas. Estudié ciencias religiosas, filosofía y sociología. Visité la mayoría de sus monumentos religiosos y sus famosos monasterios, y todavía tengo una relación íntima con su clero y su gente. Me gustaría añadir, para su información, que los Padres de mi Iglesia Ortodoxa Siria fueron influidos por la teología y la cultura griegas, y que tradujeron las obras de la civilización griega al sirio y luego al árabe.

La tierra de Grecia es una tierra de santidad, que huele a la fragancia de nuestros padres, los Apóstoles. Durante nuestra peregrinación, escucharemos la voz de San Pablo Apóstol, gritando, enseñando, reprimiendo, escribiendo en varios lugares de Grecia, Corinto, Éfeso, y Galacia, así como en otros sitios. Su voz destruyó los ídolos de piedra y las devociones paganas. Recordaremos los tiempos de la Iglesia primitiva, igual que aquellos guías nuestros, que nos hablan la palabra de la verdad, para que nos afirmemos en nuestra fe y los imitemos.

El título de mi alocución de hoy es: El amor divino hacia los demás nos une en unidad con Dios.

Queridos hermanos y hermanas, nuestro encuentro de hoy es una confirmación de nuestro amor de unos por otros. Este amor que se ha consolidado en nuestros corazones desde el día en que comenzaron estas peregrinaciones; y que ha continuado en nuestras reuniones individuales, grupales o locales. Esta es la señal de que a través del amor podemos olvidar todas las diferencias, las disparidades e incluso las distancias entre nosotros y que podemos acercarnos unos a otros. El amor es la primera virtud del cristianismo, por encima de todas las otras virtudes.

Cuando se le preguntó a Cristo acerca del mandamiento más grande de la ley, dijo que era el amor:

«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente» (Deuteronomio 6, 5). Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo. » Y concluyó diciendo: «De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas” (Mateo 22,35-40). Pablo, el Apóstol, lo hizo más grande que la fe y la esperanza. Dijo:

«Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad. » (1 Co 13, 13) En su explicación de esto dijo: «Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. » (1 Co 13, 1-2)

Por lo tanto, ¡qué maravilloso es este amor, que es más grande que la fe, y que puede mover montañas! El amor es el primer fruto del Espíritu y, por lo tanto, es signo de la actuación del Espíritu Santo en nosotros. El Apóstol ha dicho: «En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad…» (Ga 5,22)

El amor es el último mandamiento que el Señor dio a Sus discípulos. Les dijo: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como Yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. » (Juan 13,34).

Las Escrituras explican cómo los amaba: «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. » (Juan 13:1) También, los amó sacrificándose a sí mismo por ellos. Ese es el Amor que el Señor pide. «Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que Yo os mando.» (Juan 15:13-14)

Muchos fingen que aman a la gente. Las expresiones de amor son meras palabras en sus bocas, no sentimientos del corazón, por lo tanto ¡el amor no se demuestra por la forma en que tratan a los demás! También pueden decir que aman a Dios, ¡pero todos los días quebrantan Sus mandamientos! Es por eso que nuestro amado San Juan dice: «Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y en verdad. » (1 Juan 3,18)

El Señor nos dio la parábola del Buen Samaritano, y vimos cómo Su amor era práctico. En su amor encontramos cuidados, consideración y gastos. (Lucas 10) El Señor ha dicho: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros. » (Juan 13, 35) San Juan Apóstol hizo del amor el signo de nuestro nacimiento de Dios, diciendo: «Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. » (1 Juan 4, 7-8)

El Señor Dios mostró Su amor por nosotros de una manera concreta cuando primero creó todo para nosotros, luego nos creó para disfrutar de las obras de Su providencia. Todavía nos está cuidando. En la obra de redención leemos: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, …» (Juan 3, 16) también leemos: «… mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.» (Romanos 5, 8) Así que, el amor que no se expresa de una manera concreta (práctica), no es un amor verdadero. (Juan 14:7-18)

El amor es el valor más alto del cristianismo, sobre el cual Cristo ha construido Sus enseñanzas basadas en Su amor por los seres humanos; un amor que abarca el amor a Dios, y el amor al del prójimo; el amor del hombre por su prójimo y el amor por sus enemigos, hasta el punto de que el amor se ha convertido en el símbolo del cristianismo y en la mejor virtud. Mateo 5,44 «Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen, …”

Queridos hermanos y hermanas, el mundo de hoy tiene hambre de los valores religiosos perdidos y de las virtudes exaltadas. Los seres humanos de hoy en día tienen una acuciante necesidad de esos valores y principios. Los vemos confundidos debido a enseñanzas e ideas falsas que consideran a los demás como infieles, ideas alejadas de Dios que se ha convertido en la presa de esas enseñanzas y son una máquina movida por el placer de aquellos que inventan tales ideas. Por lo tanto, vemos que el mal ha aumentado y los crímenes contra la humanidad se cometen en todas partes; el ser humano ya no tiene ningún valor. Vemos cómo se permite el asesinato y la criminalidad y los seres humanos son asesinados legalmente en todas partes.

Hoy, está claro que tenemos que encender una luz en el mundo de la oscuridad total y consolidar los valores del amor humano, el amor del hombre por su prójimo, y cuánta carga y responsabilidad llevamos para iluminar mentes oscuras y endurecidas para saber que nadie tiene autoridad sobre nadie excepto Dios Todopoderoso. El mundo de hoy ha perdido todos los valores y principios morales y humanos, ya que han perdido sus valores religiosos. Por lo tanto, nuestro papel es esencial y todos los que se encuentran amando a su prójimo tienen la responsabilidad de desempeñar su papel en la sociedad. Que todos sepan que Dios es amor y que la Verdadera Vida con Él se basa en la profundidad del amor. «La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.»(1 Co 13; 4-7)

Desde este lugar debemos recurrir a las organizaciones internacionales en todas sus formas, exigiendo el derecho de los ciudadanos a vivir con dignidad en sus países de origen y a obtener sus derechos en sus países. Pedimos que se levante el embargo económico a los países que sufren guerras, como mi amado país, Siria, de la que cortan todos los suministros, incluso la fórmula para lactantes, con fines políticos.

Confío en que, si desempeñamos nuestro papel, aunque sea modesto, para fortalecer los lazos de amor entre las personas, lograremos la meta deseada por Dios (de amarnos los unos a los otros). Gracias por escuchar y gracias por estar aquí con nosotros. Amén.

 

Selwanos Boutros Alnemeh

El Metropolitano Ortodoxo sirio de Homs, Hama y Tartus.