por Vassula Ryden
Te invocamos, Yahvé mío, Padre mío,
Ya que sabemos que cuando lo hacemos, Tu Majestad vendrá
En esplendor todo el camino desde el cielo,
descendiendo en gloria a nuestras moradas;
El verte a Ti, Dios mío, en esta inaccesible gloria de Tu
Divina e infinita Luz es un esplendor incomprensible.
Tú, Dios supremo, quien Te manifiestas a nosotros
esperando estar unido a nosotros, deseando ser conocido.
Tú sólo y solamente Tú nos puedes alcanzar,
pues la brecha de este abismo metafísico entre Tú y nosotros
deja de existir.
Señor, Tú llenas todas las cosas sin estar contenido ni por sus límites ni por su propia existencia.
Oh ven y exhala sobre nuestro jardín. Amén
Empecemos con las palabras que Jesús ha tomado para describir al Padre: “Mi Padre es un Rey, sin embargo tan maternal; un Juez, sin embargo tan tierno y amoroso, Él es el Alfa y el Omega, sin embargo tan dulce…”(1.8.94)
Hoy, Dios Padre nos invita a la habitación nupcial de Su Corazón; esta es la meta final que cada uno debería alcanzar en su vida espiritual. Dios nos invita a todos a sumergirnos en Su Pecho y abandonarnos en Él. Yo, personalmente, desearía convertirme como líquido en Dios o a veces disolverme tan completamente en Dios que ya no sería más.
Dios Padre en Sus últimos mensajes nos atrae hacia Su Corazón que Él llama habitación nupcial, y recalca aún más que Él, como Creador, es el novio de Su creación y que Él está desposado con Su Creación. Él llama también Misterio a esta relación matrimonial, que muchos aún hoy día no han comprendido completamente. Sus Palabras son: “Día y noche tropiezas continuamente, creación, siguiendo las tinieblas, y ni siquiera una sola vez has tratado de penetrar en este Misterio”. (25.9.97)
Y en otro pasaje: «Qué debo hacer para que todos […] comprendan que Yo soy su novio y hoy todo lo que deseo de vosotros es amor, no sacrificio. Conocimiento de Mi Corazón, no holocaustos ni fiestas solemnes”. […]
Caeré como rocío sobre vosotros y Mi Divinidad aplastará vuestra miseria, cercándola para que more permanentemente en Mi Luz, haciendo de vosotros un rayo de luz y un sólo Espíritu con el Mío.» (25.9.97)
¿A qué se parece el Corazón del Padre? Aquí está lo que Él nos dice:
“Mi Propio Corazón es una Fuente de Agua Viva que sumerge esta tierra árida en estos años de favores, haciendo germinar ahí donde sólo se encontraban desechos… […] En la cámara nupcial de Mi Corazón, tu corazón redundará en alabanzas y del mismo modo que el esposo se regocija en su esposa, así Yo Me regocijaré en tí y tú en Mí.
Mi Mano Poderosa te sostendrá y jamás querrás apartarte de Mí nuevamente. En efecto, tu espíritu, enriquecido con Mi ternura y lleno de Mi Espíritu, gritará a todas las naciones:
– ¡Belleza y Gloria se encuentran en nuestro Creador! Esperanza nuestra y Señor nuestro.
En tu contemplación, mientras reposas tu cabeza en Mi Pecho, Yo estaré aumentando Mis Divinas enseñanzas en tu corazón. Aprenderás a hacer el bien todos los días de su vida y crecerás en Mi Corazón, despidiendo un dulce olor a azucena […]
Deseo llevar cada alma cerca de Mi Corazón y tenerla injertada en Mí, del mismo modo que Yo te he atraído a estar cerca de Mi Corazón” 25.9.97
Dios llama a cada alma para que se retire en Su Corazón; ese retiro como Él lo llama, es una unión íntima. Esta consiste en estar a solas vosotros y el Padre en privado, deleitándose y gozando el uno del otro cuando os encontréis en esos momentos benditos; no necesitáis palabras para expresar su amor hacia Él, sólo recostarse en ese Corazón de Padre donde solamente el Hijo está más cercano.
Su Corazón es el último centro en el que un alma puede penetrar, sin embargo hay grados. Dios se da a nosotros continuamente y nos llama a una total transformación, que es una renovación, para vivificar con Su Gracia todo lo que está muerto en nosotros. Cada alma está llamada a vivir en ese lugar, que es la habitación nupcial del Corazón del Padre.
Dios nos está llamando y nos dice que si nos acercamos a Él intimamente, el Santo Espíritu de Gracia puede transfigurar nuestras almas en seres divinos; para que a través de esa transfiguración en Dios, sea Él mismo quien nos mueva y nos dirija divinamente, de acuerdo con Su Divino Espíritu y Voluntad.
Viviendo entonces bajo Su Luz divina, todo lo que hagamos serían de Dios y nuestros trabajos serían divinos, porque como dice San Pablo: “El que se une al Señor, se hace un solo espíritu con Él (1Cor.6,17). Nuestro Señor Jesús nos dio una Consagración a Su Sagrado Corazón, donde Le pedimos que cambie nuestros pensamientos en Sus Pensamientos, nuestros actos en Sus Actos, nuestras Palabras en Sus Palabras y nuestra voluntad en Su Voluntad.
Esta transfiguración sería hecha gradualmente como Él nos dice en los mensajes: Cuando Jesús nos enseña a permitir que Su Espíritu obre libremente en nosotros para que transfigure nuestras almas de un desierto en un jardín, significa que aunque estemos áridos y espiritualmente secos, el Santo Espíritu de Gracia puede transfigurarnos en lo que Él llama un jardín, embelleciendo así nuestras almas. En ese jardín de nuestra alma, Dios tiene Su descanso.
Luego Dios nos llama a un abandono más profundo, esto significa que permitamos ser atraídos aún más allá en Su Corazón para que nuestra alma esté engalanada en un palacio. Dios puede entonces ser Rey y Gobernador dentro de nosotros, porque en ese estado de abandono Le dejamos libre para reinar en nosotros. Dios no se detiene ahí, tampoco el alma, porque a través de esa renovación, habiendo probado ya interiormente el alma la dulzura de Dios, más dulce que el néctar, anhelará con vehemencia penetrar más profundamente en Dios y probar ese dulce néctar del que Dios rebosa.
En ese nuevo estado de total abandono, intercambiando su voluntad con La de Dios, el alma penetrará en el Corazón de Dios, justo en el centro, donde será totalmente adornada en majestad por el poder del Espíritu Santo y se transfigurará en un cielo; ese cielo en el que Dios será glorificado.
Es el fuego del Espíritu Santo con sus efusiones de amor el que habrá cautivado la voluntad del alma; y una vez que Dios obtiene esta voluntad, el alma es transfigurada en un cielo donde se dará gloria a Dios.
Todo será preparado por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo habrá hecho progresar el alma perfeccionando su unión con Dios, y Él seguirá Su obra de seducción para convertir en divinas las facultades del alma; esto es lo que Dios pretende hacer en nuestros días.
En un mensaje reciente Jesús dice:“Te recuerdo que al reposar tu cabeza sobre Mi Corazón, en esos momentos de gozo interior, Yo seré el latido de tu corazón, la elocuencia y el encanto de tu conversación, Yo seré la Luz de tus ojos para que den buen consejo a quien lo necesite; cada movimiento que hagas, cada gesto provendrá de Mí. Escucharás todos Mis suspiros, comprendiendo su sentido para que actúen según Mi Divina Voluntad; a través de la gracia estarás inhalando Mi dulzura de igual manera cuando tu cabeza reposaba en Mi Corazón gustando Sus dulces sabores…” (2.11.97)
Dios nos llama para que perfeccionemos nuestra unión. En el cántico espiritual de San Juan de la Cruz, se dice, que el alma “está hecha divina y se convierte en Dios por participación, en la medida que es posible en esta vida”. Su unión con Dios es tal que han llegado a ser “dos naturalezas en un solo espíritu y amor de Dios”.
“El amor une el alma con Dios, y cuantos más grados de amor tenga el alma, más profundamente podrá penetrar en Dios y podrá centrarse más en Él; así, podemos decir que según sean los grados de amor de Dios, así serán también los centros que el alma tiene en Dios, cada uno más profundo que el otro…”
El “centro”, por supuesto, quiere decir en otras palabras, la profundidad del Corazón de Dios.
“Y así, el alma que tiene un grado de amor ya está en su centro en Dios, ya que un grado de amor basta para que el alma habite en Él por la gracia. Si posee dos grados de amor, penetrará en otro centro más interiormente en Dios; y si alcanza tres, profundizará hasta el tercero. Si alcanza el último grado, el amor de Dios logrará herir el alma hasta su centro más profundo, es decir, transformándola e iluminándola en lo que concierne a todo el ser, poder y virtud del alma, de manera que sea capaz de recibir, hasta que sea transportada a un estado tal que parezca ser Dios.
En este estado, el alma es como un cristal puro y limpio; cuanto mayor sea el grado de luz que reciba, mayor concentración de luz habrá en ella, y esta luminosidad continúa hasta un grado tal que alcanza al menos un punto en donde la luz está centrada en ella, con tal abundancia, que llega a parecer ser totalmente luz, no pudiendo distinguirse de la luz, pues es iluminada en tal extensión que así aparenta ser la misma luz.”
Escuchamos ahora este mensaje:“¿Recuerdas cómo Mi Padre te instruyó? Él te pidió que Le permitieras estrechar los lazos de unión con Él, tu alma entonces estaría tan unida a Él y tu espíritu envuelto en el Mío de manera que todo lo que hicieras estaría en concordancia con Mi Pensamiento, tus obras estarían enraizados en Nuestra bondad y tu comportamiento en Nuestro Espíritu; entonces Mi Padre te dio un ejemplo de la forma en que los miembros de Mi Cuerpo trabajan: “ no tienes que decirle a tu mano que debe hacer sino que trabaja con tu voluntad”; “Esta sería la forma en que Nosotros te guiaríamos”. (2.11.97)
En una tal unión, desearíamos conocer la Voluntad de Dios pero, antes, debemos permitir a Dios que nos purifique de manera que en esa transparencia resplandezcamos interiormente como si fuésemos de luz y nuestra unión habrá sido perfeccionada. Por lo tanto se requiere un abandono completo de manera que nos abramos a la gracia y morir a nuestra voluntad: esto es lo que Dios dice: “Déjame libre para destruir todas las impurezas e imperfecciones que Me desafían. […] A fin de prepararte para esta unión perfecta, necesitaba purificarte y adornar tu alma […] Permite a Mi Espíritu que aumente en ti y a Mi Fuego Divino rugir en tu alma; tú serás fundida por la acción divina de Mi Fuego Divino. […] Cada pequeña impureza será asediada por Mi Pureza y aniquilada, y Mi Luz seguirá brillando en ti y Mi Espíritu fluirá en tu espíritu como un río…” (20.1.92)
La pureza en el alma es esencial para que esta unión íntima se realice entre la criatura y el Creador. Estando ligados a Dios y viviendo bajo Su Divina Luz, entenderemos a Dios mejor que antes, porque cuando uno se vuelve transparente, en esa claridad, percibimos de una manera más clara la Voluntad de Dios y Su pensamiento, ya que penetramos más profundamente en el Corazón de Dios.
En otra parte del mensaje, Dios, nos da palabras de aliento cuando nos dice: “… Tú que Me lees y que eres Mi Obra también, ven a Mí como eres y Yo, en Mi perfecto Amor, te perfeccionaré. Yo arrebataré tu corazón para que Yo pueda obtener de él las más raras y delicadas fragancias; entonces como alguien que extiende sus manos sujetando una vasija de oro llena de incienso para perfumar Mi Santidad, Yo le daré vida a tu corazón, sosteniéndolo en lo alto permitiendo que esas esencias raras emanen hacia la tierra, derramando tu dulce fragancia a Mi alrededor, deleitándome y deleitando a todos los Ángeles y Santos en el cielo.
Mi alegría será tal que será tomada por una danza nupcial. Mientras las bocas de Mis Ángeles se llenarán de sonrisas y sus labios de melodías. Y Yo, exultante de gozo, en tu miseria, convertiré tu corazón en una joya, y con Mis manos aún sosteniéndote, elevando tu corazón, te ungiré, joya Mía y te bendeciré.
Y como Yo, una vez, te coloqué con ternura en el vientre de tu madre para ser alimentado y crecer, Yo te colocaré en Mi Corazón para alimentar tu alma con Mi Divinidad, permitiéndote crecer en Mi Santidad […] Entonces estarás adherido tan profundamente en Mi Corazón y en Mí, que nunca podrás olvidarme porque tu alma quedará voluntariamente cautivada por Mis encantos.
Yo, que solo me expreso con amor, abrocharé tu pequeño corazón a la integridad a la buena voluntad y al amor y lo inflamaré con fuego Divino. Le haré gustar Mi dulzura, haciéndole compartir con Mi Hijo Jesús, el Único más cerca a Mi Corazón, Nuestra Santidad, invitándote a entrar en el Verdadero y único Conocimiento de Nuestra Deidad Trinitaria. Este Conocimiento de Nosotros mismos, te enseñará que Nosotros podemos regresarte tu divinidad, divinizando tu alma para entrar en la vida eterna; y Nuestra Luz divina puede resplandecer también en tu alma y en tu cuerpo, para vivir en Nuestra Luz y en Nosotros…” (25.9.97)
When God says to us here that He will make us taste His sweetness sharing Cuando Dios nos dice aquí, que nos hará gustar Su Dulzura compartiendo con Su Hijo Jesucristo Su Santidad, y Él nos invita a entrar en Su verdadero y único Conocimiento de Su Deidad Trinitaria, quiere decir que estaremos en un estado muy cercano al estado de Santidad porque esa unión, de la que hemos hablado, se asemejará a de las almas que ven a Dios en el Cielo.“Tú que has entrado en las delicias de Nuestra Santidad Trinitaria y has llegado a entender Nuestro tierno cariño y Nuestro amor infinito, Nos regocijamos porque hayas aceptado voluntariamente que depositáramos Nuestra obra sobre ti, convirtiéndote desde ese instante en un altar vivo, aumentando Nuestra alegría. Nosotros te hemos convertido y guiado a admirar una contemplación nupcial en la unión íntima de Nuestra Unidad. Entonces te mandamos fuera de Nuestro abrazo al desierto, a defender la verdad…” (25.9.97)
Y hoy, aquí, estamos defendiendo la verdad. Yo concluiré con unas palabras de Nuestro Creador: “Perciban de Mí con gozo la vida y sean consumidos en Mi Divinidad. No permitan que ninguna sombra se cruce por tu espíritu. Tu Señor se inclina ahora graciosamente hacia tí para revestirte con los ornamentos de Su Amor. Yo creceré en tí, no cedas a tu debilidad, entristeciéndome por dudar de Mi Bondad. Abraza con el corazón abierto el rocío precioso de la gracia Divina que hace renacer su espíritu en Mi Noble Luz. En verdad eres visitado por el Altísimo; eres visitados por la Primavera en Persona.” (25.2.98) Amén.