Aquí hay un testimonio escrito por un laico, José Luis López de San Román de España, quien da su perspectiva sobre la peregrinación.

Introducción
Algunas personas, amigos míos, me pidieron que les contara lo más importante de esta Séptima Peregrinación Ecuménica de La Verdadera Vida en Dios. Es difícil resumir todo lo ocurrido y vivido durante 7 días, del 3 al 10 de septiembre de 2009, por lo tanto no intentaré hacer una crónica exhaustiva de esos días, ni siquiera un resumen detallado. Recordaré los actos que a mí me han parecido más importantes o que más me han llenado, todo desde mi punto de vista personal.

Dividiré este escrito en varios apartados. Nos reunimos en un barco, 790 personas procedentes de 57 países distintos y de 14 diferentes Iglesias y comunidades Religiosas. Llenamos por completo el barco y hubo personas que no pudieron venir porque ya no quedaban plazas.

Entre los asistentes (en lo sucesivo diré “peregrinos”), habíamos Católicos, en gran mayoría, muchos Ortodoxos, segundo grupo en importancia numérica, (pertenecientes a distintos Patriarcados e Iglesias “autocéfalas”), Anglicanos, Armenios, evangélicos, e incluso un monje budista, muy respetable, que ha fundado en Bangladesh un orfanato para más de 600 niños, con escuelas, y con el que Vassula colabora estrechamente en esta tarea social y caritativa.


LITURGIAS

Todos los días se celebraba la Santa Misa, en distintos ritos, para todos los peregrinos, casi siempre en el barco.

La primera Misa, el viernes 4, fue Misa católica, presidida por un Cardenal de la India, amigo personal de Vassula, cuatro obispos (dos de la India, uno de Perú y otro de Brasil) y más de 60 sacerdotes católicos. Fue impresionante. Todos los peregrinos asistíamos fundidos (no confundidos) en un mismo espíritu y devoción. Compartíamos “el Pan de la Unidad” y nos sentíamos realmente hermanados.

Al acabar la Misa siempre teníamos bastantes minutos de cánticos, todos juntos. El Aleluya, el “Doxa, Doxa” (Aleluya Ortodoxo), el Ave de Fátima, etc, resonaban vibrantes en la sala completamente abarrotada. Los animadores de estos cantos eran el Padre Otfried Chan, sacerdote de Taiwán, que lleva muchos años en la Verdadera Vida en Dios, y Mezied, un palestino convertido, también asiduo en estas peregrinaciones y que nos hacía vibrar con su entusiasmo y alegría. Me encantaba oírle pronunciar el nombre de Jesús, Jeshua (no sé si lo escribo bien), mientras alzaba las palmas de sus manos hacia el Cielo.

Ese primer día, por la tarde, hubo una procesión de todo el Clero presente y a continuación se fueron presentando todos, uno a uno. Conté, como ya dije antes, una Cardenal, cuatro obispos y 63 sacerdotes en el grupo de los Católicos; alrededor de veinte entre obispos, arzobispos y sacerdotes en el grupo de los Ortodoxos, un Arzobispo y 5 sacerdotes de la Iglesia Anglicana, varios Arzobispos y obispos de la Iglesia Armenia. En total, casi un centenar entre el Cardenal, arzobispos, obispos y sacerdotes. Y eso, que algunos sacerdotes, ya apuntados y que quería venir, no pudieron hacerlo por distintas razones. La persona más aplaudida fue el Padre René Laurentin, al que todos, de pie, le expresábamos nuestro reconocimiento y afecto por todos los años que lleva acompañando, apoyando y defendiendo a Vassula. Fue emocionante. La Misa del día siguiente también fue Católica Padre René Laurentin y otro sacerdote.

El Padre René Laurentin fue el más aplaudido ya que todos nos pusimos de pie para expresar nuestro reconocimiento y cariño por todos los años que lleva acompañando, apoyando y defendiendo a Vassula. Fue muy conmovedor.

El domingo 6 tuvimos la Divina Liturgia Ortodoxa Griega (equivalente a la Vassula, el Misa Católica) en el anfiteatro de la gruta del Apocalipsis, en la isla de Patmos. Concelebraron todos los arzobispos, obispos y sacerdotes ortodoxos. Como bien explicó Monseñor Eugene Pappas, su liturgia fue elaborada por San Juan Crisóstomo, santo venerado tanto por Ortodoxos como por Católicos (precisamente, cuando estoy empezando a escribir este relato es en la fiesta de S. Juan Crisóstomo, 13 de septiembre).

Anfiteatro de la gruta del Apocalipsis en la isla de Patmos

La Divina Liturgia fue siempre cantada, llena de oraciones, alabanzas y peticiones a Dios. Utilizaron distintos idiomas (inglés, francés, portugués… según la lengua de los distintos celebrantes).

Siguen utilizando el incienso, cosa que, personalmente, me gusta. También aprecié cómo pronunciaban la palabra “sacrificio”, ya que mantienen claramente, inequívocamente, que la Misa es la actualización del sacrificio de la Cruz.

Peregrinos recibiendo la Sagrada Comunión Al final de la Liturgia, bendijeron una gran cantidad de objetos religiosos que los peregrinos habíamos dejado delante del altar, orando y rociándolos con agua bendita. Sinceramente, seguí la Divina Liturgia con mucha devoción, disfruté oyendo las partes que entendía (portugués y francés) y no se me hizo larga, en absoluto.

Al final de la Liturgia, se tomó una foto de todos los Peregrinos, quienes cantábamos Doxa, Doxa, unidos en un solo corazón.

El lunes 7 tuvimos la Divina Liturgia Ortodoxa Armenia, concelebrada por varios arzobispos, obispos y sacerdotes de la Iglesia Armenia. Creo que en total eran cinco. Por supuesto que fue toda ella cantada.

On Monday September 7, an Armenian Orthodox Divine Liturgy was concelebrated by several archbishops, bishops and priests from the Armenian Church (I believe there were a total of five). The whole celebration was sung of course.

El martes 8, fue la Divina Liturgia Greco Ortodoxa, aunque ellos la llaman greco católica, pues si no me equivoco, ellos consideran a su Iglesia “Católica, Apostólica, Ortodoxa” (Católico, significa universal; apostólicos porque siguen la sucesión apostólica; y ortodoxos, porque mantienen la doctrina recta, auténtica…). Obviamente, la Divina Liturgia fue celebrada en griego. Como también nos indicó Monseñor Pappas, el Credo originario, que ellos cantaron, fue escrito en idioma griego.

El miércoles 9, fue la Misa de la Iglesia Maronita, que es Iglesia Católica, pero de rito oriental. La concelebraron un obispo y varios sacerdotes, en arameo. Esta es un poco parecida a la Misa Católica, pero también cantada, con oraciones, alabanzas, peticiones habituales en Oriente (y que a mí, insisto, sí me gustan, aunque no entendiera lo que decían). El jueves 10, para cerrar la peregrinación, tuvimos nuevamente, por tercera vez, la Misa Católica.

ADORACIÓN EUCARÍSTICA
El domingo 6 de septiembre, tuvimos Adoración Eucarística, a la que asistimos todos los peregrinos. Se alternaban oraciones o consideraciones hechas por un sacerdote, silencio y canciones de alabanza y adoración. Al final, el Padre Kriekenbeek fue pasando con la Custodia prácticamente delante de cada uno de nosotros. Algunas personas cayeron en el “descanso en el Espíritu”. Fue sobrecogedor, había mucho fervor, muchos ojos llenos de lágrimas, mucho amor a Jesús Sacramentado…

El sacerdote llevó la Custodia a una capilla improvisada en la parte superior del barco y allí la colocó sobre el altar. Hubo adoración continua durante cuatro días. Se hicieron turnos de adoración para que El Señor estuviera siempre acompañado. Había momentos en que la capilla (que era grande) estaba prácticamente llena. Allí vi también a hermanos ortodoxos, fieles y eclesiásticos, que adoraba a Jesús como nosotros.

Como me repitió varias veces mi esposa, era el mejor sitio del barco, donde mejor se estaba. Y es verdad. La luz era tenue, por los ventanales se veía el mar, el suelo era de moqueta, había unos pequeños sillones para estar sentados con Jesús. Se estaba muy bien allí y hubo personas que pasaron horas y horas, tanto de día como de noche.

El miércoles 9, tuvimos nuevamente Adoración Eucarística, igual que el día 6. Era la despedida. De allí llevaron al Señor a la capilla hasta las 12 de la noche y a esa hora rezamos, adoramos, cantamos juntos y se hizo la “reserva” del Santísimo…

¡Dios mío, qué vacío después! ¡Cuánto llena la Presencia Eucarística de Jesús! ¡Qué bien habíamos estado allí!

También quiero aludir a las confesiones. Fue iniciativa de Monseñor Pappas (Archimandrita de la Iglesia Greco Ortodoxa), quien invitó a los peregrinos a confesarse.

Varios sacerdotes se distribuyeron en la cubierta, para atender a los peregrinos. Con dos sillas se improvisaba un confesionario y allí se colocaban tanto sacerdotes ortodoxos como católicos, para confesar a los peregrinos. Me resultó curioso ver cómo los sacerdotes ortodoxos en el momento de la absolución colocan la estola en la cabeza del penitente.

INTERVENCIONES
Esto me parece ya mucho más difícil de resumir y conjuntar, pero al menos intentaré dar una ligera idea. Todas las tardes teníamos reunión de todos los peregrinos en el salón grande, donde intervenían Vassula y los sacerdotes, obispos y arzobispos que, voluntariamente, quisieran hacerlo. Siempre empezaba la sesión Vassula, que hacía también las veces de introductora y animadora, para que aquello funcionase. Abrió la sesión el primer día leyendo un Mensaje de Jesús en el que hablaba de la Unidad y decía textualmente : “El Centro de Mi Iglesia es la Eucaristía”.

Vassula y el Padre Otfried, de Taiwán, traduciendo al francés También lanzó las siguientes preguntas:

“¿Qué le falta a las otras Iglesias, por ejemplo Ortodoxas, para estar en “plena comunión” con la Iglesia Católica”? Los que estamos aquí reunidos, ¿vivimos la “plena comunión”?”

Hubo muchísimas intervenciones y algunas realmente interesantes. Como la mayoría eran anglófonos (de habla inglesa) y algunas intervenciones sólo se traducían al francés tuve bastantes dificultades para entender o captar lo que decían.

Sí pude entender con claridad que los que más “padecen” la división son los que ejercen sus ministerios en lugares donde conviven distintas Iglesias y Comunidades Cristianas.

Así, un obispo, ya no recuerdo su nombre ni pertenencia, aludió a la posibilidad de que la próxima Peregrinación Ecuménica fuera en Tierra Santa. “Esto sería una idea poco acertada, pues en Tierra Santa están presentes todas, absolutamente todas, las divisiones de los cristianos. Pero hoy, después de ver nuestra unión y confraternización, he pensado que será un gran testimonio si nos vieran a Católicos, Ortodoxos, Anglicanos, Armenios, etc, unidos y de la mano, buscando y viviendo ya un “anticipo” de la Unión, de la Unidad, de las Iglesias”.

En el mismo sentido se manifestó Monseñor Riaf, obispo anglicano árabe de Jerusalén, que sufre en su carne la tristeza de la división de los Cristianos, en la ciudad en la que Jesús murió y resucitó y desde la cual ascendió a los Cielos.

Monseñor Isidoro, obispo árabe de Siria, radicado en Damasco, pintó una escena parecida, pero en Damasco, donde Pablo encontró la luz. Este obispo lleva muchos años trabajando por la Unidad.

El acompañó a Juan Pablo II en su visita a Damasco y los dos compartieron ese ferviente deseo de llegar a la Unidad. “Los que nos hemos reunido aquí, somos distintos, pero tenemos un denominador común: todos amamos y queremos la Unidad”. Uno de los días intervinieron conjuntamente un sacerdote ortodoxo ruso y un sacerdote católico suizo, que trabaja por la Unidad en Rusia y Ucrania. El Padre Vladimir Zielinsky (de Rusia) habló de la terrible persecución que había sufrido la Iglesia Ortodoxa en Rusia, desde 1918 a manos de los comunistas. Ahora se ve una renovación: se reabren iglesias y seminarios, afloran las vocaciones, el pueblo vuelve a sus cultos y rezos. “Conozco más de cien íconos milagrosos de la Santísima Virgen en Rusia”… “La Unidad debe hacerse compartiendo la santidad, encontrando a Cristo en la Fe de los otros.”

El sacerdote católico, Padre Rof, habló de los grandes impedimentos y obstáculos que tienen los sacerdotes católicos para trabajar en Rusia. Los que trabajan por la Unidad son perseguidos y corren el riesgo de ser excluidos de sus Iglesias. Habló de un sacerdote asesinado, hace no muchos años, por trabajar por la Unidad. El Padre Rof también ofreció su vida a la Santísima Virgen por la Unidad. ¿Qué os impide ofreceros totalmente por La Unidad? No basta con rezar y sacrificarse, hay que estar dispuestos, incluso, a dar la vida.

También intervino el Padre Laurentin y afirmó que los allí presentes sí estábamos unidos en El Espíritu, en el Amor, en la Caridad.

En lo mismo abundó el Padre Ibáñez (Argentina), que glosó la epístola de San Pablo a los efesios, capítulo 4: “…pues no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu…Un solo Señor, una sola Fe, un solo Bautismo un solo Dios, Padre de todos…”.

Fue una intervención muy interesante. Alguien aludió también al capítulo 9 del Evangelio de San Marcos sobre la queja de los discípulos porque “otros” expulsaban a los demonios en nombre de Jesús y no eran “de los nuestros”. Todos conocemos la respuesta de Jesús.

Varios hablaron de la Unidad en la diversidad. La Unidad tiene que empezar en el corazón. La Unidad sólo se logrará con humildad y amor.

Unos sacerdotes ortodoxos de Etiopía tuvieron una alegre intervención mostrando el primer volumen de La Verdadera Vida en Dios publicado en su país. “El día 12 empieza una nueva etapa en la historia de Etiopía, pues volvemos nosotros con más fuerza que nunca…”

El Padre Jozo, quien fue el primer defensor de las apariciones de la Santísima Virgen María, en Medjugorje, no pudo asistir a la Peregrinación, de último momento. Estaba allí, sin embargo, su asistente a quien Vassula le entregó un hermoso ícono de Nuestra Madre como obsequio para él. La asistente del Padre Jozo, de nacionalidad croata, dijo que el Padre Jozo le ha dicho que “los Mensajes de la Santísima Virgen María en Medjugorje y la Verdadera Vida en Dios son lo mismo”.

No quiero alargarme más en estas citas, pues todo esto se puede ampliar con los videos de esta Peregrinación, donde quedarán recogidas, en su totalidad, todas estas intervenciones. Sí quiero resaltar, que todos encomiaron y valoraron la Misión de Vassula, incansable luchadora por la Unidad. Duro está siendo su camino, pero se están viendo los frutos, frutos positivos y prometedores, que no agradan a Satanás, el “Divisor”, el que divide, el separa.

Dios es Unidad en la Trinidad, Jesús quiere la Unidad: “que todos sean Uno, como Tú Padre en Mi y Yo en Ti, que también ellos sean Uno en Nosotros, para que el mundo crea que Tu me enviaste…” (Jn.17, 21). Satanás busca la división, la separación, la rivalidad. Por eso ataca desenfrenadamente a Vassula, porque es profeta de La Unidad, instrumento de unión.

CONVIVENCIA
Sí ya en los santuarios Marianos uno de los aspectos más positivos es la convivencia, la concordancia en ideas e ideales, el amor a Jesús y Maria, ¿qué decir de un barco, donde todos éramos peregrinos y respirábamos el mismo sentimiento de seguir a Jesús, de cumplir Su Voluntad, de ser Sus apóstoles…?

No éramos ángeles, sino personas de carne y hueso con defectos y limitaciones, pero intentábamos sacar lo mejor de nosotros mismos, conocernos mejor y aprender y enriquecernos con las vivencias de los demás. Efectivamente, formábamos un solo cuerpo. Allí no contaba el “apellido”. Nunca se me ocurrió preguntar a nadie: ¿eres católico u ortodoxo? El que tenía a mi lado era mi hermano.

A pesar de las barreras lingüísticas (yo no hablo nada de inglés), me comuniqué con personas muy diversas. Tuve la gracia de poder saludar a Monseñor Joao Terra, obispo brasileño que acogió repetidas veces a Vassula en su Diócesis.

Transcribo unas palabras que aparecen en la página web de La Verdadera Vida en Dios, en español, pronunciadas por Monseñor Joao Terra, el 12 de octubre de 1997, refiriéndose a su amigo, el también obispo brasileño, Monseñor Victor Tielbeeck:

“Y hablando de Mons. Víctor, este año tuvimos una reunión de la Conferencia de los Obispos de la región con el Santo Padre. Entonces le pregunté respecto a Vassula. El Cardenal Ratzinger dijo entonces: «He recibido una montaña de cartas de cardenales». Aunque el Cardenal estaba hablando solo en italiano, Mons. Víctor le preguntó en alemán: ¿Pero, Cardenal, debo cambiar de actitud?» (O sea, ¿debo de dejar de apoyar a Vassula?). -«Siga como usted lo ha hecho hasta ahora», le respondió entonces en alemán el Cardenal (frente a nosotros que le entendíamos).” Hablé con arzobispos ortodoxos, armenios y con bastantes sacerdotes.

Tuve una plática con un sacerdote francés, ya mayor, que lleva 15 años en la Comunidad de las Bienaventuranzas y que cree plenamente en Vassula, pues era lector y admirador del Padre Laurentin (leía todo lo que publicaba desde hacía años) y por eso conoció a Vassula. Hablaba de Vassula como una profeta de nuestros tiempos. Precisamente, así la presenté yo en una iglesia de Madrid en octubre de 1995: como un profeta, no como una profetisa.

También intercambié largos diálogos con un joven sacerdote croata, siempre alegre y sonriente. Y con un joven croata, que vive cerca de Medjugorje, donde acude con muchísima frecuencia (acababa de venir de allí). Compartimos mucho. “Creo plenamente en Vassula, Medjugorje y el Padre Zlatko Sudac (sacerdote croata, estigmatizado y con grandes dones extraordinarios)”. Por supuesto, hablé con el Padre Otfried, sacerdote de Taiwán, al que conozco desde hace años y por el que siento un gran aprecio. Había varios obispos y sacerdotes indios, que me producían también una gran admiración. Apenas pude hablar con ellos, pero al menos nos saludábamos y recibí sus bendiciones (se las pedí). Por su rostro, su comportamiento, su compostura, me parecían auténticos santos. Eran asiduos en la “capilla de la Adoración”, que se improvisó en el barco. Con los fieles de a pie, pues tan pronto desayunabas con un matrimonio de Estados Unidos, como de Italia, Irlanda, Dinamarca, o comías al lado de familias japonesas (algunas habían traído niños pequeños) o de Sudáfrica, de Australia, de Canadá, o Filipinas…

Nos trasladábamos en 18 autocares, 2 de ellos sólo para jóvenes, pues había muchos. Precisamente, algunos jóvenes han formado un grupo musical, que pone letras de los Mensajes de La Verdadera Vida en Dios y ellos mismos componen la música. Tuvieron una actuación para todos los peregrinos en el barco, y eran francamente buenos. El grupo lo componen 6 jóvenes, un alemán, un japonés y 4 griegos. Los vocalistas son dos chicas y un chico, que también toca la guitarra. Tenían muy buenas voces. También añaden a su repertorio otras canciones religiosas conocidas. Y actúan públicamente, para atraer a los jóvenes y menos jóvenes. Es una forma muy convincente y actual de hacer apostolado.

¿Y qué decir de nuestros hermanos de Hispanoamérica? En nuestro autocar (siempre íbamos en el mismo) había un arzobispo Armenio que vive en Argentina, un obispo católico de Perú y cuatro sacerdotes, 3 españoles y un argentino. Coincidíamos allí peregrinos de España, Argentina, México, Perú, Colombia, Uruguay (los de Venezuela iban en otro autocar, pues había dos autocares para los hispano parlantes). Había personas muy preparadas, muy entregadas, muy piadosas, realmente admirables.

Aprovechábamos los traslados para rezar y dar testimonios. Rezábamos el rosario, la coronilla de la Misericordia, escuchábamos las “pláticas” del Padre Ibañez y compartíamos testimonios. Éramos una familia.

Ahora, en la distancia, los recuerdo con cariño y los echo de menos. ¡Qué buen grupo formábamos! Monseñor Raimundo Reboredo, quien presidió la última Misa y lo hizo en español, siempre estaba sonriendo. La sonrisa era el signo habitual entre nosotros. ¡Qué fácil era sonreír allí! Prefiero esta sonrisa cariñosa y abierta, que la carcajada vacía y sosa que tanto abunda en el mundo.

PEREGRINACION
Aunque la Peregrinación llevaba el título de “Tras los pasos de San Pablo”, lo cierto es que lo que más me impactó fue la gruta del Apocalipsis en la isla de Patmos.

Peregrinos formados para entrar a la Gruta de San Juan Esa gruta estaba llena de la presencia del apóstol Juan. Así lo sentí yo y muchísima gente, que parecía que no querían dejar la gruta. La presencia que yo sentía era la de Juan ya anciano, con los ojos cansados, las piernas titubeantes, pero lleno de Dios. Juan asceta, vidente, místico.

Le acompañaba su discípulo Prócoro, al que él dictaba las visiones que iba teniendo. Monseñor Pappas comparó al Padre Laurentin con el apóstol Juan. El Padre Laurentin, con dificultades para caminar y para ver, también iba acompañado por un joven.

La similitud era muy acertada. El Padre Laurentin conserva su mente clara y despejada. Yo sentí que le tenía muy olvidado. Juan era el apóstol predilecto de Jesús, que reclinó su cabeza sobre su pecho, que le acompañó al pie de la Cruz y vio brotar Agua y Sangre de Su Costado; le contempló resucitado, le reconoció desde la barca, “¡es El señor!”, le vio ascender a los Cielos y luego acompañó a María hasta el fin de sus días en la Tierra. Le pedí una chispita de su Fe, de su celo apostólico y, especialmente, de su gran amor a Jesús y Maria.

También me impresionó la isla de Lesbos (nombre en griego). Allí visitamos dos iglesias. La primera era pequeña y estaba dedicada a San Rafael, Nicolás e Irene, tres santos martirizados por los turcos en 1463 y que se han aparecido recientemente a muchas personas, recordando su martirio e indicando el lugar donde fueron martirizados. Gracias a esas indicaciones, sus reliquias fueron descubiertas en junio de 1960 y se encuentran en esta iglesia.

Icono de San Rafael, San Nicolás y Santa Irene A unos kilómetros de distancia, se encuentra el monasterio de los Arcángeles de Mantamado. En el siglo XI, los turcos asaltaron el monasterio que allí existía y mataron a todos los monjes, menos uno, que pudo huir. Invocó a San Miguel, que le libró de los piratas sarracenos, que cayeron fulminados por tierra. Este monje, llamado Gabriel, con la sangre reciente de sus hermanos martirizados y con barro del suelo, hizo un icono, en relieve, con el rostro del Arcángel San Miguel, que es el que se conserva y venera en este monasterio. Icono de San Miguel

También son dignos de ver los monasterios colgantes de la ciudad de Meteora (Volos), edificados en las montañas, en lugares inaccesibles, para poder, así, librarse de los ataques de los turcos.

Por supuesto, lo que más visitamos fueron lugares relacionados con San Pablo: areópago de Atenas, Filipos (en la isla de Kavala) donde bautizó a Lidia.

Prisión de San Pablo en Filipos En Tesalónica visitamos la iglesia dedicada a San Demetrio, oficial romano, que abrazó la Fe de Jesús y por ello fue martirizado y ahora es el Patrón de la ciudad).

Iglesia de San Demetrio Lo que más me llegó de San Pablo fue su valentía y fortaleza: despreciado, insultado, apaleado, condenado, encarcelado, expulsado… ¡Qué buen ejemplo para los que estamos en La Verdadera Vida en Dios y queremos ser verdaderos apóstoles de Jesús y trabajar por la Unidad! Juan, apóstol de Oriente; Pablo, apóstol de Oriente y Occidente, modelos y ejemplos para nosotros. Icono de San Pedro y San Pablo en el Monasterio de San Juan, Isla de Patmos

CONCLUSIÓN
He estado en muchos Santuarios Marianos y Lugares de Apariciones (Lourdes, Fátima, Medjugorje) pero esto es distinto, algo único, exclusivo de La Verdadera Vida en Dios: que nos reunamos 800 personas Católicos, Ortodoxos, Anglicanos, Armenios, para convivir durante una semana, conocernos mejor, rezar juntos, dialogar y hacer de la Eucaristía el centro de nuestra Vida espiritual. La Santísima Trinidad es familia y es Unidad. Nosotros nos sentíamos familia y nos sentíamos unidos y nos sentíamos uno. Éramos realmente hermanos y eso se acentuaba a medida que pasaban los días.

Un barco en el que todos teníamos un solo corazón y una sola alma (Hechos, 4, 32). Unos con el Rosario al cuello, otros con cruces o medallas visibles (especialmente la de la Santa Faz), algunos con camisetas con el rostro del Señor, otros con representaciones de la Santísima Virgen, y todos con la sonrisa siempre pronta para saludar y acoger…

Ya había participado, anteriormente, en una Peregrinación Ecuménica (Tierra Santa 2000) y en el Encuentro Ecuménico de Barcelona (2006). He comprobado que a pesar de las dificultades, trabas y obstáculos, la Misión de Vassula va dando sus frutos, va creciendo y consolidándose.

Me ha costado mucho “desembarcar”, volver a la vida normal. Añoro el barco, la capilla en la parte superior del barco, las Misas cantadas sin prisa y con olor a incienso, la compañía de mis hermanos, especialmente, los del autobús 6.

Al recordar la Peregrinación, dos palabras vienen a mi boca: “Gracias, Señor”. ¡Gracias por estos días inolvidables, gracias por esa experiencia maravillosa! ¡Gracias, Señor, gracias!


Jose Luis Lopez de San Roman ([email protected])