Una reflexión del P. John Abberton, 20 de julio de 2007
“El verdadero cristiano es aquel que es cristiano interiormente, y la verdadera Unidad está y estará en el corazón; la Unidad no será de palabra sino de espíritu.
Hija, si Me amas como dices, abraza la Cruz que Yo te he dado; entonces tus pies no tropezarán; nada en este mundo se iguala a Mi Cruz; que tu mirada no se aparte nunca de la Mía.
¿Alumna? Ven, sígueme”. (Mensaje del 13 de octubre de 1991)
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Podríamos preguntarnos, ya que hay un debate en curso sobre dónde se puede encontrar la «Verdadera Iglesia», ¿quién es el verdadero cristiano? La respuesta se da en el mensaje citado más arriba. Pero ¿qué significa esta respuesta? Seguramente no significa que un cristiano deba estar inactivo, sin mostrar su fe con buenas acciones. No, eso estaría en contra de la Carta de Santiago. Debemos practicar lo que predicamos. Pero las acciones y las palabras deben ser sinceras; deben venir del corazón. El «verdadero cristiano» puede no tener una comprensión perfecta de lo que se entiende por «Iglesia» y puede no entender todo lo que se necesita para que la Iglesia sea reconocida como «Verdadera». El «verdadero cristiano» puede no ser capaz de decir buenas palabras acerca de los diferentes libros de la Biblia y puede no conocer los nombres de los principales pensadores cristianos y teólogos de Oriente u Occidente. El «verdadero cristiano» puede no ser capaz de debatir puntos teológicos o citar capítulos y versículos de las Sagradas Escrituras. El «verdadero cristiano» puede sentirse mal equipado para dirigir seminarios, dar charlas sobre la fe o escribir ensayos espirituales conmovedores. El «verdadero cristiano» verá la necesidad de estudiar, pero puede un mal estudiante.
Entonces, ¿qué es un «verdadero cristiano»? ¿Ser católico u ortodoxo o anglicano o evangélico – o cualquier otra cosa – hace que una persona sea un «verdadero cristiano»?
Si tratamos de ver las cosas como Dios las ve – no para ser blasfemos o para reclamar un tipo de vista que no podemos tener, sino para pedirle que despeje nuestra visión y que nos enseñe a ver, juzgar y actuar. Sabemos que Dios mira el corazón (como le dijo al profeta Samuel cuando miró a David). ¿Qué ve Dios? ¿Qué quiere ver? Las respuestas están en las Sagradas Escrituras y en los mensajes de la Verdadera Vida en Dios. Aquellos que tienen fe sabrán – sin mucha búsqueda – lo que Dios quiere ver en nosotros; nuestras conciencias nos lo dicen.
Un hombre puede estar vestido de rojo, rodeado de oro, gozar de favores eclesiásticos de todo tipo; puede ser conocido por doquiera como un gran predicador evangélico – un «salvador» de almas. Uno puede ser un gran cantante de canciones espirituales o ser un constructor de iglesias. Otro puede conocer la Biblia de pe a pa y ser capaz de citar casi cualquier cosa, dando capítulo y versículo. ¿Qué es un «verdadero cristiano»? ¿Qué clase de corazón busca Dios? Conocemos las respuestas:
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Dios se siente atraído por el «corazón humilde y contrito»; Pide un corazón generoso; Él responde al corazón creyente; Él sana el corazón roto. En última instancia, el «verdadero cristiano» de nuestros días es el que tiene un corazón roto – roto porque está abierto a los demás, atravesado, como el Corazón de Cristo fue perforado, por los pecados y sufrimientos de la humanidad – roto debido a la desunión de los cristianos y la necesidad clamorosa de las almas de escuchar la Palabra del Evangelio. Hoy en día, el «verdadero cristiano» tiene un corazón como el de Cristo, en llamas por amor a Dios y a las almas, rodeado de las espinas del rechazo, la incomprensión y la compasión, pero latiendo y vivo con alegría en medio de la tristeza, la esperanza en medio del sufrimiento, la fe en la oscuridad y el amor en un mundo que se ha convertido en un desierto. ¿Conoces a alguien así? ¿Eres así?
P. John Abberton