29 de noviembre de 1989

Mi corazón está dispuesto para recibirte, Dios mío. Te escucho. Aquí estoy.

(Mensaje para la reunión de oración de diciembre.)

Vassula Mía, Me complace mucho que Me permitas servirme de ti. Escucha y escribe.

La paz esté con vosotros. Yo soy vuestro Salvador, el Rey de la Paz. Yo soy vuestro Consuelo. Yo soy el Amor y es al Amor al que estáis prestando oídos, y es por vuestro Rey de Paz por quien habéis viajado desde lejos para venir a escucharlo, y es a vuestro Salvador, que os ha redimido, a quien vais a oír hoy.

Es Paz lo que habéis venido a buscar y Yo os digo: Os doy Mi Paz. ¿Es consuelo lo que buscáis, amadísimos Míos? Venid, Yo os prodigaré consuelo. ¿Es de Amor de lo que estáis sedientos? ¡Oh, venid! Arrojaos en Mis Brazos abiertos. ¡Yo soy Amor! Hijitos Míos, no dejéis que vuestros corazones se turben. Yo nunca os he abandonado. Yo, Jesús, estoy siempre a vuestro lado.

Por tanto, la razón por la que Yo desciendo de esta manera es la de consolaros y recordaros Mi Ley. Quiero llamaros a todos de vuelta al Amor, a la Paz y a la Unidad. Yo no vengo a juzgaros ni vengo a condenaros. Vengo por Mi Infinita Misericordia para recordaros que Yo soy Santo y que debéis vivir en santidad.

Yo soy un Dios de Amor, no un Dios que os lleve a la desesperación. Yo soy un Dios de Esperanza y vengo a daros esperanza. Bienaventurados, Yo soy Quien más os ama. Yo soy Quien ha dado Su Vida por Su Amor a vosotros. ¿No voy a utilizar, entonces, todos los medios posibles para venir en estos días de oscuridad a advertiros, a apartaros del mal, a acercaros más a Mi Corazón y a mostraros que vuestra Morada es verdaderamente Mi Sagrado Corazón?

Vengo a pedir a los que no están todavía reconciliados Conmigo que se reconcilien y hagan las paces Conmigo. Todo lo que pido de vosotros es AMOR. Mi Espíritu se está derramando profusamente sobre vuestra generación gracias a Mi Infinita Misericordia, y no debería pareceros increíble que Yo os hable de este modo, pues Yo Soy el Todopoderoso. Mis Mensajes son para que muchos de vosotros, que os habéis descarriado, volváis a vuestro sano juicio, y para recordaros la Verdad. Y en cuanto a los que aún no creen en estas Obras Divinas de Misericordia, les haré la misma pregunta que hice una vez a los Fariseos: “¿Quién de vosotros, si su hijo o su buey cayera a un pozo, no lo sacaría en un día de shabat sin dudarlo?”1

Amadísimos, Yo soy un Abismo de Misericordia. Yo soy la Riqueza Infinita y Mi Voz se oirá por todo el globo. Y aún debajo, en el vientre oscuro de esa tierra donde yacen los muertos, se oirá Mi Voz. Y Yo iré a ellos y los resucitaré, convirtiéndolos en columnas de luz. Y a los que persisten en condenar Mis Obras, les digo: Buscad al Señor con sencillez de corazón.

Mis sacerdotes, Mis sacerdotes… A todos vosotros, que sois el reflejo de Mi Divina Imagen, permitidme recordaros, en este fin de año, que vengáis a Mí para extraer de Mi Corazón, que es un Abismo de Amor, y llenar el vuestro. Escuchad Mis Palabras y actuad según ellas. No seáis como una casa construida sólo sobre tierra, sin cimientos. Luego, cuando se desborde un río sobre vosotros, ¡os derrumbaréis! Sed firmes y poned en práctica las lecciones aprendidas de Mí. Yo atraeré a todos los hombres a Mí y el Espíritu de Amor os revelará a todos Mi Santo Rostro.

Vengo a vosotros para alentaros, amadísimos hermanos Míos. Permaneced en Mi Amor. Continuad apacentando a Mi pueblo con amor para el Amor. Caminad en Mi Luz y Yo os guiaré. Yo soy la Luz del mundo y vosotros sois Mis amigos, Mis elegidos. Penetrad en Mi Sagrado Corazón, penetrad en esta Hoguera de Amor y permitidme inflamar vuestro corazón para que luego vosotros inflaméis otros corazones.

Venid a Mí, tan imperfectos como seáis, a compartir Mi Gran Amor. Vuestro amor no debe ser únicamente palabras o mera conversación, sino algo real y activo. Retribuid el mal con el bien… retribuid la injusticia con la rectitud… retribuid el odio con el amor… Perdonad, perdonad… Que el amor esté siempre presente en todos vuestros actos.

Hijos de Mi Sagrado Corazón, actualmente estáis viviendo tiempos difíciles en los que Mi enemigo ha extendido su dominio como un velo. Por eso vengo a pediros que redobléis vuestras oraciones, oraciones del corazón que lleguen a Mí.

Ven, arrepiéntete… confiesa tus pecados, hijo Mío. No vengas indignamente a recibirme en esa pequeña Hostia blanca. Ven a beberme, ven a comerme y recuerda a Quién estás recibiendo en ese Sagrado momento. Me estás recibiendo a Mí, estás recibiendo la Vida. Sé puro para recibirme. Anhela ese Santo momento como nunca antes. Anhela recibir a tu Dios. Hasta Mis ángeles os miran desde lo alto, ansiando esa Comida, ¡deseando ser uno de vosotros! Que tu corazón se conmueva por un noble motivo. Dime: “Jesús, yo, pecador, pido perdón. No soy digno de recibirte, pero sé que una sola palabra Tuya bastará para sanarme.” Decid siempre estas palabras, Me agradan. Hacen que Yo, vuestro Dios, corra hacia vosotros. Llenan Mi Sagrado Corazón de compasión.

Clamadme: “¡Kyrie Eleison! ¡Christe Eleison! ¡Perdóname a mí, pecador!”. Humillaos y Yo os levantaré… Anonadaos y Yo os elevaré hasta Mí y os esconderé en Mi Sagrado Corazón. Os pido que de ahora en adelante viváis constantemente en la fe, el amor y la santidad. Que Mi petición sea vuestro lema para este próximo año.

Venid, sed uno bajo Mi Santo Nombre como Yo y el Padre somos Uno y lo Mismo. Yo, el Señor Jesucristo, os bendigo a todos, dejando Mis Suspiros de Amor en vuestra frente.

El Amor os ama.

(Mensaje de Nuestra Santa Madre:)

Hijos de Dios, la paz esté con vosotros. Yo, vuestra Santa Madre, necesito vuestras oraciones para realizar el Plan de Salvación de Dios. Necesito oraciones desde el corazón. Que vuestras oraciones lleguen al Cielo, que sean como el incienso.

Llenad vuestros corazones del Amor de Dios y alegraos, porque un Salvador nació para vuestra salvación. Un Salvador manso de corazón que descendió a la tierra para servir y llamar a los oprimidos. “Él ha venido para abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la prisión a los cautivos, del calabozo a los que viven en las tinieblas”2. Amadísimos hijos, es el mismo Salvador el que os llama hoy. Es el mismo Salvador el que llama a cada uno de vosotros por su nombre para que vuelva a Él. Es el mismo Jesús el que os recuerda Sus enseñanzas. Es el mismo Jesús que Yo, como Madre Suya, tuve en Mis Brazos y envolví en pañales: nacido para servir, nacido para redimiros. Y ahora sigue siendo el mismo Jesús el que os llama para vuestra salvación. Es el mismo Salvador el que os recuerda que todos vosotros Le pertenecéis. Él se hizo visible en la carne y se sacrificó por vosotros, hijos Míos, a fin de liberaros.

¡Venid, pues! ¡Alegraos y llenaos de felicidad! ¡Venid a proclamar la grandeza de Su Santo Nombre! Venid a ser los gozosos mensajeros que trasmitan Su Palabra. Yo os amo y, creedme, ¡Mi Manto es suficientemente amplio para abrigaros a todos en él! Venid al Señor, no tengáis miedo de mostrarle vuestras debilidades3. Venid al Señor y ofrecedle vuestro corazón, y Él lo recibirá como mirra, incienso y oro.

Nosotros os amamos… Os amamos sin medida. Abandonaos a Él. Jesús viene a cada uno de vosotros. Él viene a liberar a los cautivos de este mundo y a darles la libertad. Esos cautivos que, como palomas, han sido atrapados y enjaulados por el maligno… Pero Jesús, incansablemente, va de jaula en jaula liberando a cada cautivo.

Hijos Míos, vivid de acuerdo con la Ley y los Mandamientos Celestiales del Señor, porque la Ley del Cielo se resume en una sola palabra, y esta palabra es AMOR.

Yo, vuestra Santa Madre, intercedo y ruego por vosotros, día y noche. Os entrego Mi Amor y os bendigo a todos vosotros y a todas vuestras familias.

(Oí de nuevo al Espíritu Santo orando incesantemente por mí durante toda la noche y, finalmente, al alba, me pidió que repitiera con Él la siguiente oración: “Père aide-moi, car Ta Puissance est Amour.” Me la dio en francés y significa: “Padre, ayúdame, porque Tu Poder es Amor.”)

Señor,
aunque muchas naciones
se hayan hundido en el abismo
que ellas mismas han cavado,
y sus pies hayan quedado atrapados
en los lazos que ellas mismas se han tendido,
ten piedad de ellas.
Señor, concédeles ser escuchadas,
haz de ellas una hornada de pan enteramente nueva
que Te glorifique a Ti, Rey mío.
Yo te pediré de nuevo,
Señor de Amor, Señor de Misericordia,
que los que por más que oyeron nunca entendieron,
entiendan esta vez gracias a Tu Amor,
y los que por más que vieron, nunca percibieron,
perciban esta vez por Tu Gran Misericordia,
penetrando así en Tu Misterio.
Ablanda su corazón
para que puedan comprender plenamente
con el corazón y no con la mente,
y así se conviertan y sean sanados por Tu Divinidad.
Entonces se darán cuenta
de cuán maravillosos son Tus decretos,
y su alma no se resistirá a ellos,
sino que los respetará.
Amén.

Hijita Mía, Yo glorificaré de nuevo Mi Nombre. Tan sólo espera y verás. Esto no es más que el comienzo.

Señor, Tú eres como un fuego devorador
y yo sé que estás obrando en muchos corazones.
Señor, yo vivo para Ti,
quédate muy cerca de mí en este exilio.

Saturada de Mí, vive para Mí, vive bajo Mis Alas. Impregnada de Mi Amor, florece ahora y crece, extiende tus ramas como un terebinto. Dime que Yo soy a Quién más amas. Sé Mi cántico, pequeña. Sé Mi Cielo y glorifica de nuevo Mi Santo Nombre. Apóyate en Mí cuando estés cansada. ¡Oh, sí! ¡Deléitame sintiendo Mi Presencia!¡Oh, sí! ¡Ten hambre de Mí, ten sed de Mí, mira a tu Rey! ¡Contempla a Aquel que te ha salvado! ¡Contempla Mi Belleza, flor! ¡Eres libre, paloma Mía, libre al fin!

Entra ahora en Mi Sagrado Corazón, deja que te consuma enteramente y no haga de ti más que una llama viva del Amor celoso del Amor. Yo soy una Ardiente Llama de Amor y Mi Amor es verdaderamente un Fuego devorador. Deséame, porque así Me das gloria. Extiende este amor por Mí, Mi Mano está posada sobre muchas naciones. Pronto se cumplirá todo, a la hora fijada y en el momento oportuno.

Ámame, deséame. Ven. ¿Nosotros?

Sí, Señor, para toda la eternidad. ¡Gloria a Dios!


1 Lc 14,5
2 Is 42,7.
3 Nuestra Santa Madre sonreía.