2 de octubre de 1989
¿Jesús?
Yo soy. Ven, hijita Mía. Toma Mi Mano y trabajaremos juntos. Yo soy la Sabiduría, tu Maestro, por tanto, depende sólo de Mí. Aprende que nadie es capaz de darte un mejor conocimiento que Yo, que Soy el Señor. Escucha y escribe:
¡Creación! ¡Alma! Tú que Me lees, tú que Me escuchas, alábame, glorifícame. Alábame de la mañana a la noche, alábame y exáltame sin cesar. Repara por los que nunca Me alaban ni Me glorifican. Bendíceme, adórame y deséame. ¿No te ha hablado nadie del Cántico de los Tres Jóvenes?1 Entonces aprende y proclama esto a todas las naciones: El Espíritu de Verdad está con todos vosotros, hijitos Míos. Os recordaré que Yo soy Dios, con quien venís a encontraros y al que venís a rezar. Puesto que soy un Dios vivo, percibo si venís a Mí con una oración de labios afuera. Yo quiero que Me deseéis… Deseadme, deseadme, tened sed de Mí. Buscadme con ansia, no tengáis otro deseo que Yo, desead estar en unión constante Conmigo. Desead complacerme, desead sentirme y escucharme, desead Mi Presencia. Que nada de este mundo os engañe, porque si el mundo os odia, recordad que Me ha odiado a Mí antes que a vosotros.
Ponedme en primer lugar, no lastiméis a Mi Sagrado Corazón olvidándoos de Mí. Junto a Mí, sentiréis Mi Amor, Mi Paz; y esa armonía del Cielo que tengo con Mis Ángeles puede ser también vuestra, si os acercáis más a Mí. Yo os amo a todos con un amor eterno, un amor que sois incapaces de comprender en la tierra. Venid y os mostraré, si estáis dispuestos, lo que significa la Verdadera Vida en Dios. Yo os digo solemnemente que todo aquel que vive en el Amor, vive en Mí, vuestro Dios, y Yo vivo en él.
Despertad de vuestro sueño, despertad de vuestro letargo y no os engañéis a vosotros mismos diciendo: “Pero yo amo al Señor y Él lo sabe. Le he amado siempre, de modo que mi conciencia está limpia”. Hoy os digo que volváis a Mí. Y si Me preguntáis: “Pero, ¿cómo vamos a volver?” Yo os responderé: “Convirtiéndoos”. Y si decís: “Pero si ya estamos convertidos, ¿cómo nos vamos a convertir?”, os diré entonces: “Deseándome, teniendo sed de Mí.” Buscadme a Mí, el Santísimo. Venid a adorarme, que el lote de vuestra heredad sea Yo, vuestro Santísimo, que vuestros ojos se deshagan en lágrimas de amor en Mi Presencia.
Estad alerta, estad alerta. ¡Si supierais cuánto más alarmante es no conocer la causa de vuestros pecados, no sentir vuestros pecados y haber perdido el sentido de lo que está bien y de lo que está mal! Resistid a las tácticas del diablo, estad atentos en vuestras oraciones, estad en constante oración a Mí. Orad incesantemente, que Yo sienta que tenéis un continuo deseo de Mí: una oración constante, una oración viniendo de vuestro corazón, es el Deseo de Dios, amadísimos Míos. Si deseáis crecer en Mi Amor, acabad con vuestro letargo y vuestras oraciones de labios afuera. Estar en oración constante es desearme a Mí, vuestro Señor. Tratad de entender Mi Mensaje. Deseadme con alegría, deseadme con vuestro corazón y no sólo con vuestros labios, que Yo os oiga gritar: ¡Abba! Así pues, venid de nuevo a Mí como niños pequeños, volved a Mí y pedidme de corazón, buscadme con vuestro corazón. Venid a Mí ofreciéndome vuestro corazón. La Devoción embellecerá vuestra alma. No os apartéis de la Verdad, porque la Verdad es Amor. Por lo tanto, venid a Mí llenos de Amor, extrayéndolo de Mi Corazón. Permaneced en la Verdad, vivid en la Verdad deseándome sin cesar. Haced todo esto para que podáis vivir.
En estos últimos días estoy derramando Mi Espíritu de Gracia sobre toda la humanidad. ¿No os habéis dado cuenta de que doy incluso a los últimos? Mi Espíritu de Gracia está derramándose sobre vuestra generación para enseñaros a amarme. Vengo como el Recordatorio de Mi Palabra, vengo a iluminar esta oscuridad con Mi Luz. Vengo a advertiros y a despertaros de vuestro profundo sueño. No vengo con ira, vengo con Amor, Paz y Misericordia para quitar la mortaja que envuelve vuestras naciones. Vengo a recordaros que Yo soy Santo y que debéis vivir santamente. Vengo a recordaros y enseñaros cómo orar. Os he dado todo lo necesario para elevar vuestra alma hacia Mí y compartir Mi Reino. Vengo a vosotros como un Mendigo, suplicándoos. Vengo a vosotros como la Sabiduría para enseñaros otra vez, desde el principio, el conocimiento de la Santidad. Con más ardor que nunca os ofrezco Mi Corazón, con más humildad que nunca Me ofrezco cada día como vuestro Pan cotidiano. Os doy Alimento para que comáis cuanto queráis hasta saciaros. Por lo tanto, venid a Mí, volved a Mí y alabadme a Mí, vuestro Dios.
Yo os bendigo a todos, dejando Mi Suspiro de Amor en vuestra frente. El Amor os ama a todos. Sed uno.