6 de septiembre de 1989

¿Señor?

Yo soy. Estoy delante de ti. Sé consciente de esta Gracia, Vassula Mía.

En cierto modo, Señor, no soy plenamente consciente. Soy incapaz de darme plena cuenta, pero creo.

Cree, sí. Cree con una fe-de-niño, porque eso es lo que Nos agrada a Mí y al Padre. ¿Quieres escribir? ¿Sí?

(Me di cuenta de que me estaba olvidando de escribir…)

¿A propósito de Mi Cruz?

Sí, Señor.

Entonces, escríbelo ahora.

Gracias, Dios mío.

(Más tarde, después de que Jesús me dejara Su Cruz –de un modo místico– fue como si recibiera sobre mí una lluvia de tristeza, hasta entrada la noche. Era como si el mundo, con sus pecados, toda clase de pecados se estuviera cerrando sobre mí. De pronto, en medio de este tormento, me acordé de Jesús en Getsemaní, y lloré amargamente. Por otro lado, estaba encantada de aliviar a Jesús, aunque sólo fuera por un instante. Más tarde vino Jesús y volvió a tomar Su Cruz.)

La estoy compartiendo ahora contigo, bienamada.

Señor, Te escucho.

Escucha y entérate: ¿Has oído hablar alguna vez de alguien que haya tratado de vivir dedicado a Mí y no haya sido nunca atacado o perseguido?

No, Señor. Algunos de ellos incluso murieron mártires.

Sí. Ya lo ves, pequeña, ahora tenemos la confirmación de lo que se dijo en las profecías. Hasta el día de hoy, cualquiera que aparezca proviniendo de Mi Boca y alce la voz para anunciar Mi Mensaje, tendrá la seguridad de ser perseguido por los Caínes. Yo los llamo, pero ellos se niegan a escuchar. Les hago señas, pero nadie hace caso. Desprecian todas Mis advertencias, se burlan de la promesa. ¿No he dicho Yo que en vuestros tiempos derramaría Mi Espíritu sobre la humanidad? ¿Y que implantaría Mis Leyes directamente en vuestros corazones y las grabaría en vuestras mentes?

Ninguna profecía proviene de la iniciativa del hombre, ¿cómo podría hacerlo? Mi Palabra es dada por Mi Espíritu Santo, que de este modo hace que los hombres hablen de Mí. Yo, el Señor, os he prometido Nuevos Cielos y una Nueva Tierra y, Vassula Mía, ¡estoy en plenos preparativos para ello! Pero, en vuestros días, la gente es egocéntrica, irreligiosa, no tiene corazón y prefiere su propio placer a Dios. Pero los días están volando y pronto toda esta maldad llegará a su fin, barrida y purificada por Mi Fuego de Amor. Por tanto, ánimo, pequeña, siempre existirán dificultades, pero siempre te sostendrá Mi Fuerza. Pronto veréis Mis Nuevos Cielos y viviréis en una Nueva Tierra, porque Mi promesa se cumplirá pronto y la renovación de Mi Iglesia está en camino. Ya estáis viviendo el comienzo de los dolores de su parto. Ánimo, pues, amadísimos Míos, vosotros que lleváis Mi Nombre y sois Mi descendencia, no desesperéis. Mi Palabra se está cumpliendo. Yo he dicho que estaré-con-vosotros y viviré entre vosotros. Os alimentaréis directamente de Mí y os ofreceré agua del Pozo de Vida, gratuitamente, para cualquiera de vosotros que tenga sed.

Mi Fuego ya está bajando sobre vosotros desde el Cielo y os está consumiendo con Mi Gran Amor. Propagaré este Fuego devorador de nación en nación, transfigurando vuestra maldad en amor, cautivando vuestros corazones petrificados, volviéndolos ardientes y cambiando vuestro letargo en celo por Mí, vuestro Dios. Esta Hora Sagrada de Mi Fuego se propagará entre vosotros como una ardiente hoguera, y os llenaréis de Mi Fuego de Amor, el Fuego de Mi Espíritu Santo, semejante al del último Pentecostés. Os renovaré, extendiendo Mi Reino de Verdad, Unidad, Justicia, Paz y Amor.

Por tanto, ¡alegraos! Exultad con todo vuestro corazón, amadísimos Míos. Yo vendré a eliminar a todos vuestros vanidosos fanfarrones, que fueron una de las causas de vuestra dispersión y de vuestra caída. Los que sofocan Mi Espíritu serán vencidos con Mi Aliento. Seréis purificados con Mi Fuego de Amor. Hija, ámame, adórame, compláceme. El Amor te ama. Yo te bendigo, hijita Mía.

¿Nosotros, Señor?

Nosotros, hijita Mía. Ven