19 de abril de 1994

Aliméntame con tus palabras, Señor,
porque estoy loca de amor por Ti.

Vassula de Mi Sagrado Corazón, dije a Mi Corte Celestial: “Prenderé fuego en su alma, la consumiré y la haré Mía”. ¿Lo ves? Ahora he conquistado tu corazón y, a través de ti, he consumido con Mi fuego a muchas otras almas. ¡Las he conquistado a todas!1 No he empleado ferocidad ni he tomado a nadie por la fuerza. Únicamente he arrebatado vuestros corazones con una mirada y con una chispa de Mi Corazón.

Había dicho a Mi Padre, a tu Santa Madre, a los santos y a todas las denominaciones de Mis Ángeles: “Me propongo cubrir su espantosa desnudez con Mi Amor, pero antes tendré que seducir a esta generación para conducirles, uno a uno, al desierto, donde les hablaré al corazón”. Yo Mismo salvaré a Mis hijos. Entonces toda la humanidad sabrá que Yo, Jesús, soy vuestro Salvador.

Mantente fiel a Mí y hónrame, hijita Mía. Yo tengo poder para destruir a todos Mis enemigos, ¿sabes? Vassula, déjame libre de decirte lo que guardo en Mi Corazón. Escucha, te oí decir al P. O´Carroll que deseabas morir como mártir y lo ardientemente que deseabas progresar en la santidad. Puesto que, amiga Mía, Me estás invitando a tu mesa, Yo, a Mi vez, te concederé lo que deseas y te honraré dejándote beber de Mi Cáliz una y otra vez. Tu deseo te salvará a ti y a muchos otros. No temas, te lo retribuiré más tarde. Los cautivos del Enemigo le serán arrebatados cada vez que tomes un sorbo de Mi Cáliz. Vassula, ámame, y por el amor que tienes por Mí, Yo derribaré los imperios del mal junto con el que reina sobre ellos, y rodarán como rocas.

Ámame, y en atención a tu amor, convocaré a las Iglesias para que unifiquen las fechas de Pascua. Ámame y, en atención a ti, sustituiré esta oscuridad por luz antes de lo previsto. ¡El fruto que quiero de ti es el amor! Con tu amor puedo atender muchas oraciones, así que… deja que tus adversarios te tomen por una impostora, aunque vengas de Mí. Deja que te desgarren como lobos rabiosos2. ¿Qué importa? Sólo demostrarás, una y otra vez, que procedes de Mí, por la gran fortaleza que derramaré sobre ti en estos tiempos de sufrimiento y, de todos modos, esto será una vía para conducirte por el camino que deseabas tomar esta mañana: el camino de la santificación.

Mi Propio Amor está más allá de todo conocimiento, aprende de Mí y sé uno Conmigo. Ven.


1 La voz de Jesús subió mucho de tono, reflejando Su entusiasmo y Su alegría.
2 Jesús se detuvo aquí, cambió de tema, sonrió y dijo: “¿Te gusta estar Conmigo de esta manera, hijita Mía?”. Yo dije: “¡Sí y de qué modo, Señor!”. “Yo te amo con locura…” “Yo también, mi Señor…”