13 de noviembre de 1987

Vassula Mía, todo lo que pido de ti es amor. Cada virtud emerge del Amor. El Amor es la raíz de toda virtud. El Amor es como un árbol frutal que primero florece y después da fruto. Cada fruto es una virtud. Ven, vamos primero a orar juntos tú y Yo, en silencio, al Padre. Oremos en total silencio. Te dictaré.

“Padre Justo, mi Refugio,
envía Tu Luz y Tu Verdad,
que ellas sean mi guía,
para conducirme hasta Tu Santa Morada,
donde Tú vives.
Yo, por mi parte, Te amo plenamente.
Mantendré mi voto de cumplir Tu Palabra.
Padre Santo,
reconozco mis faltas, y mis pecados.
Ten piedad de mí.
Por Tu Bondad y Tu inmensa Ternura
perdona mis pecados.
Purifícame, Señor;
sé mi Salvador; renuévame.
Conserva mi espíritu fiel a Ti
y siempre dispuesto.
Te ofrezco mi voluntad y me abandono.
Estoy dispuesta a ser Tu tablilla.
Alabo Tu Santo Nombre
y Te doy gracias por todas las bendiciones
y la paz que me has concedido.
Amén”.

Ahora repítelo Conmigo.

(Lo repetimos juntos).

Jesús, gracias por guiarme paso a paso. Eres mi Santo Maestro, que me enseña con paciencia y con Amor. Me guías y también guías a otros para conocerte mejor, para conocer el Infinito Amor que eres Tú. Nunca nos abandonas, sino que siempre estás dispuesto a ir en busca de los que nos hemos perdido, y traernos de vuelta a Ti. Jamás he sentido aspereza o impaciencia por Tu parte, sólo me he sentido amada. Has dado Amor y Paz a mi alma. Así eres Tú. No Te dejaré nunca, Señor.

Hija Mía, deséame siempre. Ámame y hónrame, permanece siempre fiel a Mí.

Quedémonos juntos. No olvides Mi Presencia.