10 de noviembre de 1987

Dios mío,
que puedas utilizarme
para grabar en mí
todo lo que Tu Corazón desee.
Que se haga Tu Voluntad
y que Tu Nombre sea Glorificado.

Ha llegado el momento de esparcir Mis semillas entre la humanidad. Transmitid Mi Mensaje. Os ayudaré en todos vuestros proyectos. Que se conozcan Mis Palabras, que Mi creación conozca Mi Inmenso Amor, Mi ilimitada Misericordia. Mi Reino será un Reino de Paz, Amor y Unidad. He elegido a Vassula, porque es un ser incapaz y miserable, inútil y sin saber expresarse.

Escribe eso también1: Sí, sin el menor conocimiento elemental de Mi Iglesia, un lienzo vacío que Yo, el Señor, era libre de cubrir sólo con Mis Obras, para que quedara claro que todo lo que está escrito viene de Mi Boca. Toda acción será llevada a cabo por Mí, a través de ella. Hablaré a través de ella, actuaré por medio de ella. La he formado, derramando todas Mis Obras sobre ella, a fin de que pudiera ser Mi mensajera para este Mensaje, que será dado a conocer.

¿Transmitiréis Mi Mensaje? ¿Haréis esto por Mí? Recordad, soy Yo, Jesús, Hijo Bienamado de Dios, Salvador de toda la humanidad, la Palabra, que os bendice. Bendigo vuestros proyectos. Ya sea que os encontréis con alegrías o con penas, tened confianza, Yo os daré Mi apoyo. Voy siempre delante de vosotros, guiándoos. ¡La unificación de Mi Iglesia Me glorificará! Os conduciré hasta lo más profundo de Mi Cuerpo Sangrante. Os señalaré Mis espinas y las reconoceréis.

No tengáis otro interés que Mi gloria. No dudéis jamás de Mis Obras. El Amor brilla en vosotros, amadísimos Míos. Esforzaos en serme agradables. Venid, a vuestro lado, Yo Estoy.

Recibid Mi Paz2. Oremos al Padre:

“Padre Justo y Amado,
bendito sea Tu Nombre.
Reúne a todos Tus fieles,
que los Cielos proclamen Tu Justicia,
que todos los labios
alaben continuamente Tu Santo Nombre,
que sea desterrada la malicia de los embusteros.
Ayuda a aquellos cuyo espíritu está quebrantado,
reanímalos, como lo ha garantizado Tu Palabra.
Mantendré y cumpliré el voto que he hecho.
Te ruego por Tus Iglesias:
que todas sean Una,
Padre, que Todas sean Una en Ti.
Amén.”

(Jesús me ayudó a orar. Estas fueron Sus palabras).


1 Ya le había oído pronunciar la frase siguiente y Le miré azarada e indecisa.

2 Al decir esto, se volvió hacia mí.