Informe de la visita de Vassula a Benin, Africa, en Abril de 2000

Se puede ser justificado por la caridad

Ante todo, doy gracias a Nuestro Señor por todos los esfuerzos de Catalina Hounsokou, de Benin, por haber prepararado a su país para recibir los mensajes de Nuestro Señor. Agradezco igualmente a todas las personas que la han ayudado y han colaborado en esta gira, así como a los que nos han alojado. Esta visita, como todas las demás, respondía totalmente a la Voluntad de Dios. Él me envía donde Él quiere y yo, por mi parte, obedezco yendo donde debo ir. Espero que mi visita sea fructífera para todo Benin, como lo ha sido en otros países, para Gloria de Dios.

La regla de oro en las Sagradas Escrituras es que debes tratar a los demás como tú quisieras ser tratado por ellos. Ese es el sentido de la Ley y de los Profetas. Desgraciadamente, muchos cristianos, laicos y sacerdotes, no leen suficientemente las Sagradas Escrituras y, lo que es peor, no siguen las Enseñanzas de Jesús. No viven el Evangelio. Esa es una de las numerosas razones por las cuales Dios interviene en nuestra época y viene hasta nosotros para hablarnos y razonar con nosotros. La Iglesia está confundida y muchos no quieren admitirlo a causa de su orgullo. Si todo estuviese bien, Dios no hubiese tenido que intervenir.

Cuando estaba lista para a viajar a Benin, el demonio ya había tratado de intervenir. Eso no es nada raro. Cuando los demonios escuchan los pasos del Espíritu Santo acercándose a un país, salen de sus cuevas para atacar la Misericordia de Dios y ahuyentar toda Esperanza que pudiese llamar a la puerta de las almas. Ellos utilizan todas las debilidades humanas para llevar a cabo las obras de las tinieblas y eso fue lo que sucedió en mi visita a Benin: Un sacerdote italiano habló por la radio contra mí. Sus declaraciones en mi contra eran no sólo calumniosas sino que carecían de caridad y eran además falaces, dando al pueblo de Benin informaciones erróneas. Jesús nos ha enseñado a ser compasivos, como nuestro Padre es compasivo. Él dijo: “No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados”. Pero hemos aprendido de las Sagradas Escrituras que el malo saca lo malo de las reservas de malicia de su corazón y el que es bueno saca lo bueno de las reservas de bondad de su corazón. En otras palabras, la boca del hombre habla de lo que rebosa su corazón. Yo pensaba “¿qué han hecho algunos sacerdotes de las enseñanzas y de los consejos de Jesús? ¿Por qué éstas ya no son válidos para ellos?”

Es por el Poder de Dios y no por el nuestro que Él ha revelado Su Mensaje no solamente a los cristianos de fe católica sino a todas las demás personas, incluso a las no cristianas. En agosto de 1999, fui invitada por los monjes budistas de Hiroshima, que querían escuchar el mensaje de Dios, el mensaje cristiano. Dios va a cada persona, incluso a quienes, en este mundo, viven una tradición diferente a la nuestra. Dios es justo y Él actúa con justicia. Así pues, poco importa quiénes son y de dónde vienen: Dios los llama igualmente, por Su Misericordia, a escuchar Su Llamada Divina y a cambiar su corazón. Este mensaje no es nuevo, sino una repetición de lo que Él ya nos ha dado.

Yo fui llamada el 13 de abril de 2000 a dar mi testimonio en Benin, y numerosos fieles vinieron a escucharlo; entre ellos se encontraba Mons. Dagnon y cerca de él estaba sentado el ex presidente de Benin. Y todos escuchaban atentamente las Palabras dadas por nuestro Señor en La Verdadera Vida en Diosque yo les leía. Catalina hizo una breve introducción diciendo: “Nosotros somos la luz del mundo. Una luz no debe esconderse nunca sino colocarse en un candelabro para que ella brille para que todos puedan ver. Nuestra luz debe brillar para que los hombres la vean. Nosotros somos la sal de la tierra; pero si la sal se vuelve sosa, pierde su valor y ya no sirve.” Después, ella comparó los mensajes y mi testimonio con la luz y la sal, porque a través de ellos, muchos corazones han sido cambiados por el arrepentimiento y las almas han sido conducidas nuevamente a Dios. Entre las 800 personas presentes, no pudimos ver a ningún sacerdote ni religiosa y esto me recordó una vez más la Parábola de la Fiesta de Bodas.

Catalina había invitado para el día siguiente a todos los jefes de las diferentes tradiciones y prácticas religiosas de Benin, sobre todo de la tradición Vudú. Yo no tenía conciencia de ello. De lo contrario, no sé cómo me hubiera comportado y me habría sentido tal vez intimidada. Yo había entendido que a esa reunión vendría gente de diferentes confesiones cristianas, siendo la excepción un Imam musulmán. Incluso mientras estaba dando testimonio no tenía la menor idea de quiénes eran, a pesar de sus vestimentas brillantes y de sus multicolores coronas. Tal vez Nuestro Señor quería que eso ocurriera así. Entre ellos, en efecto, había un Imam musulmán. En esta reunión se encontraban igualmente algunos ministros protestantes y algunas personas que pertenecían a diferentes pequeñas Iglesias no reconocidas por las Iglesias oficiales.

Durante la misma, hablé libremente y el Espíritu del Señor me inspiró elegir el mensaje dado por San Miguel Arcángel el 14 de octubre de 1994, donde él habla de los cultos satánicos y del crimen del aborto. También hablé del Amor y la Misericordia de Dios.

Mientras observaba a la gente del auditorio ocupar sus lugares, me iba diciendo a mí misma: aunque ellos no parecen pertenecer a nuestra Iglesia, se han tomado la molestia de venir a esta reunión para conocerme y escuchar los Mensajes. Ellos han mostrado su generosidad hacia nuestro Creador al aceptar la invitación y él no los olvidará, mientras que nuestros sacerdotes, que han recibido las enseñanzas de la Ley del Amor y a quienes se ha encomendado transmitirlas mediante sus palabras y sus actos, así como imitar a Cristo, ellos, no han venido ni siquiera por caridad. Yo he dejado mi casa siguiendo las órdenes de Dios y he viajado hasta ellos para traerles hasta sus pies el mensaje de Nuestro Señor, pero ellos no han acogido el mensaje de Nuestro Señor. Ni siquiera Le han dado la oportunidad.

Pero los presentes, aunque no provienen del mismo medio ni religión me han demostrado mucha más generosidad y caridad durante estas dos horas que aquellos sacerdotes que habían sido invitados y que sin embargo no respondieron. Yo vi en estas personas un gran respeto hacia mí, que soy extranjera. Caridad también, porque me prestaron oídos y ni me han juzgado ni condenado, sino que se han tomado la molestia de venir a conocerme. Han demostrado paciencia y tolerancia hacia mi discurso que, en ocasiones, lanzaba chispas que hubieran podido abrasar fácilmente a toda la asamblea, pues chocaban y contradecían a su tradición.

Durante el período de preguntas y respuestas, me expresaron un respeto que raramente encuentro entre mis propios hermanos cristianos cuando se les contradice en sus ideas e ideales. Como por ejemplo en Nairobi, cuando visitamos al Vicario anglicano, el Reverendo Peter Njoka quien, después de haber escuchado mi testimonio, nos hizo comprender que, fuera del Evangelio, Dios no había hablado nada más. Cuando yo le dije “pero entonces, Usted hace de Dios un Dios muerto y lo limita a nuestros propios límites; es como encerrarlo en una cajita…” Sintiéndose ofendido, él montó en cólera y literalmente nos echó de su oficina.

En dos oportunidades, mientras daba testimonio, escuché a dos jefes Vudú decir que yo era una mujer muy valiente. Esto se debía, por supuesto, a que yo les hablaba libremente, pues yo ignoraba quiénes eran ellos…

En un momento dado, cuando uno de ellos se levantó a la defensiva, dirigiéndose largamente a mí y mostrándome que él no estaba de acuerdo conmigo, un hombre de una de las iglesias no oficiales, no un sacerdote, sino un hombre al que probablemente los sacerdotes rechazan, se levantó y respondió en mi lugar al jefe Vudú. De una manera muy respetuosa, pero al mismo tiempo convincente, defendió mi causa y la causa de los mensajes. Él dijo: “Yo estuve ayer aquí, cuando Vassula se dirigió a nosotros y todo lo que ella nos dijo estaba lleno de amor y del Espíritu Santo. Ella nos ha transmitido el amor de Dios y yo he aprendido muchas cosas buenas. Ella nos ha enseñado a darle un lugar en nosotros al Espíritu Santo para que Él nos perfeccione. Ella nos ha dado un mensaje de amor para todos nosotros, para nuestro país y para nuestro pueblo”. Y continuó en esa línea. Todos lo escucharon muy atentamente y, después de su discurso, todos le aplaudieron. Entonces, yo agregué: “Donde hay amor, está Dios; donde hay el mal, está Satanás. No debemos juzgar, porque Dios hace brillar el sol tanto sobre los buenos como sobre los malos.” Continué diciéndoles que no debemos obstaculizar al Espíritu Santo mediante nuestros vicios y nuestros pecados. Por el contrario, lo que debemos hacer es vaciarnos de nosotros mismos mediante el arrepentimiento, arrepentirnos de nuestros malos caminos; entonces el Espíritu Santo nos perfeccionará para que honremos a Dios haciendo Su Voluntad.

Entonces, uno de los jefes Vudú dijo que se ha encontrado con que muchos cristianos que ha conocido son duros de corazón y que no viven según sus enseñanzas cristianas, sino que practican el mal. Yo respondí: “Por eso Dios interviene en nuestra época, justamente a causa de esto; Dios viene a despertarnos con Sus llamadas.” Al escuchar esto, él movió la cabeza en señal de aprobación.

Yo me di cuenta de su sed por escuchar y, a través de sus preguntas, comprendí que ellos querían aprender y comprender ciertas cosas respecto al Espíritu Santo y respecto al comienzo de la creación. La reunión terminó con aplausos y su anciano jefe (más tarde me enteré que él era su ex-jefe) me dio un apretón de manos para desearme buen viaje y me dijo: ”que su Dios la bendiga y que nuestros dioses la lleven con seguridad de vuelta a casa.” Yo hubiera podido responderle que mi Dios se basta para todo esto, pero yo veía que este hombre tenía buenas intenciones y quería desearme el bien, y cuando yo reaccioné, él ya se había ido.

Al salir de la sala, me encontré con el Imam y le regalé el libro: Mi Ángel Daniel, que él aceptó alegremente. De regreso en el automóvil, Catalina me dijo que habían venido al menos 16 jefes Vudú del país. Para mí esa fue una noticia que me impactó. Cuando me di cuenta de todo esto, casi me desmayé. Sólo entonces comprendí por qué Catalina había estado tan nerviosa.

De hecho, un poco antes de irnos a la reunión, Catalina se sentía muy nerviosa y yo me preguntaba cuál sería la razón. Ella me pidió que bebiera un vaso de agua bendita. Yo estaba sorprendida. Luego, ella me preguntó si yo llevaba conmigo un Crucifijo benedictino exorcizado. Yo llevaba otro crucifijo, entonces ella preguntó si allí podríamos conseguir de alguna persona un Crucifijo benedictino. Yo estaba cada vez más perpleja de su insistencia y de sus temores. Entonces, me propuse calmarla y le dije que yo estaba acostumbrada a hablar ante personas de diferentes jerarquías e incluso ante teólogos, sin conocer de antemano quiénes serían los oyentes. Finalmente partimos para la reunión.

Es posible que durante mi próxima visita a Benin, Nuestro Señor permita encontrarnos nuevamente y nos dé una nueva oportunidad de evangelizar y de hablarles más sobre la Bondad de nuestro Dios. Esta reunión fue para que se cumpliera la profecía del 8 de agosto de 1994 donde Dios dijo: “Yo iré hacia comarcas que jamás han considerado Mi Nombre como Santo. Yo hablaré a pueblos que nunca Me han llamado ni invocado Mi Nombre.” ¿Por qué deseo escribir sobre este tema? Porque creemos que nosotros, los cristianos, somos justos y que podemos ver, pero, de hecho, estamos lejos de ser justos y muchos de nosotros estamos aún ciegos. Dios nos llama día y noche a ARREPENTIRNOS a fin de que, mediante el arrepentimiento, podamos obtener el fruto del AMOR. Olvidamos que el último puede ser el primero. ¿Hemos comprendido la parábola del Fariseo y del Publicano? Al final, en el Día del Juicio, todos seremos juzgados según la medida del amor que hemos tenido en la tierra. Pero el amor está ausente. Muchos predican el Evangelio que se basa en el amor, pero muchos de los que lo predican no actúan según el Evangelio. No es pues sorprendente que Dios intervenga. Pero los que se oponen a los mensajes son los mismos que no viven el Evangelio y por eso nos es fácil detectarlos. A ellos no les gusta porque, cada vez que Dios intervino significó que los que Él había escogido para ser responsables de guardar Sus ovejas no cumplían su obligación; así pues, ellos se sienten amenazados cuando Dios interviene para hablarnos y para corregirnos. Falta humildad. Las Sagradas Escrituras dicen: “Los que ningún anuncio recibieron de Él, Le verán, y los que nada oyeron, comprenderán.” (Rm 15, 21). Las Sagradas Escrituras no mienten jamás.

Deseo terminar este testimonio con un resumen del mensaje de 19 de enero de 1995 tomado de La Verdadera Vida en Dios: “Mi Gracia está sobre ti, generación, pero ya no por mucho tiempo más. En vez de atizar la llama de amor que Yo os ofrezco a todos libremente a través de estos Mensajes, y de permitir a Mi amor difundirse e inflamar cada corazón, tantas de mis almas sacerdotales hacen lo contrario. La Misericordia es hoy vuestra esperanza, pero vosotros os satisfacéis con llenar vuestro espíritu de “conocimientos” –lo cual no es para nada un conocimiento– y rechazáis Mi Misericordia que Yo os otorgo hoy. Yo doy señales y maravillas. Yo os doy estos prodigios por el poder de Mi Santo Espíritu, Yo levanto a los débiles para que den testimonio de Mi Gloria y ¡os recuerdo que Yo soy Tres veces Santo! Pero en vuestro corazón no hay nada que se parezca a la paz, porque habéis rechazado a Mi Santo Espíritu, el portador de Paz… La Noche está casi sobre vosotros y ¡estáis tan lejos de la conversión, generación! Muy pronto, y se trata de vuestro pronto– cuando estéis cubiertos de vuestra propia sangre, Yo, entonces como Juez, os recordaré la sangre que llevabais en vuestras manos por haber prohibido a tantas almas recibir Mis gracias a través de este Recordatorio de Mi Palabra. Sois como los Romanos, Me coronáis de espinas diariamente. ¿Vais a decirme entonces, como Pilatos: «Soy inocente de esta sangre» y os lavaréis las manos en agua perfumada? Rehusáis aceptar el antídoto para la muerte. Rehusáis reconocer Mi Palabra dada por el Espíritu Santo, en vuestros días y, en vez de esto, tomáis Mi Palabra de manera frívola. ¡Hombres sin fe alguna! ¡Escucháis una y otra vez sin llegar a comprender! ¡Veis una y otra vez pero no llegáis a percibir Mi Gloria y Misericordia Infinitas que Yo derramo sobre vosotros!

Generación ingrata, ¡has transformado en un mito Mi testimonio sobre Mi Santo Espíritu! y tu cayado pastoral se ha transformado ahora en un cetro de mentira. También ¿a quién debo Yo compararte en tu absoluta desnudez? ¿a Caín? ¿a Faraón? ¿a los Fariseos? ¿o a Judas? […] Pero se ha dicho que tu era […] levantará la espada contra Mí y contra Mis santos. Mi Reino sobre la tierra está a vuestras puertas, pero vosotros no lo queréis, como tampoco queréis escuchar Mi Palabra… Vuestros corazones malos no prestan atención alguna a Mis advertencias, porque habéis renunciado a vuestro humilde cayado de pastor y habéis preferido el cetro de mentira.

Y cuando escucháis la Palabra de Mi Boca no ponéis en guardia vuestro corazón, como tampoco pensáis poner en guardia a los otros. No; veis venir la Espada pero no le prestáis atención (…) Objetáis, y alentáis a los otros a hacer lo mismo; decís: «Todo esto son cosas absurdas; ¡cuidado, es histeria! No escuchéis a esta sarta de frenéticos, ¡no escuchéis La Verdadera Vida en Dios, invención del Maligno!» a fin de reducir Mi Voz, y os apresuráis a llamar «mal» y «mentira» a lo que es divino y santo.

Un baño de sangre, generación, te perseguirá. Mi espada te perseguirá por cada barranco, cada colina, cada mar, cada montaña. El baño de sangre te perseguirá a causa de tu pecado y morirás. Pero si acaso, incluso hoy, renunciaras a tu pecado y te arrepintieras desde el fondo de tu corazón y prometieras vivir en la caridad, la unión y la paz, vivirías y Yo no te recordaría más tus pecados […] Tú, que persistes en declarar que Yo no soy el Autor de este Mensaje, Yo te lo digo: tú juzgas según criterios humanos y te glorificas en tu gloria… Entonces cuídate y cuida tu lengua de juzgar. Yo soy el único Juez y tú estás verdaderamente entre Mis Manos.. […] Ora por la unidad, la reconciliación y por la renovación de Mi Iglesia. Sed uno en Mi Nombre.”