Jesús, mi Luz,
Jesús, mi Guía,
Te amo porque me has mostrado el Camino.
Espíritu Santo, mi Compañero
y mi Amigo,
Tú que susurras en mi oído
consejos, sabiduría y consuelos,
Te amo porque has permitido que mis ojos vean,
y mis oídos oigan.
Te adoro porque me has resucitado
y Te has convertido en mi Pan de cada día.
¡Oh, dulce Maná del Cielo!
Tú has consolado
mi alma afligida
y miserable,
me cuidas en este
desierto y estás atento a mis necesidades.
Estás aventando Tus Dones, cual llama rugiente,
sobre toda la humanidad,
para Gloria de la Santísima Trinidad.
Concédenos a todos la gracia de
dedicarnos a obedecer Tus estatutos, y
que Tu Ley se convierta
en nuestra delicia. Amén.
18 de mayo 1993 (29.12.1989) (Extracto tomado de: Una Llamada Nupcial Divina ‘)