Plática interreligiosa en el Bouddha Kristi Prachar Sangha en Dharmarjika (Monasterio Budista), el 23 de febrero de 2003
(ver los detalles delPremio de la Paz otorgado a Vassula)
Es, verdaderamente, un placer dirigirme hoy a ustedes, y estar presente para participar en su reunión interreligiosa anual y deseo expresar mi sincero agradecimiento al Venerable Suddhananda Mahathero y a todo el equipo de la honorable delegación por invitarme a estar entre ustedes. En nombre de los promotores para la paz, la unidad y la reconciliación, los seguidores de la Asociación de la Verdadera Vida en Dios y en el mío propio, deseo transmitir nuestros cálidos saludos y paz sincera a todos ustedes. Hoy, estoy muy conmovida de estar en Bangladesh, porque considero este país como el país donde recibí de Dios una gracia, al poner en mi Su Luz, no sólo para mi beneficio, sino también para el beneficio de otros, y le dio a mi espíritu una nueva vida. Entre ustedes, me siento como en mi casa y me siento bienvenida y amada, sin importar nuestras diferentes raíces, diferentes credos, diferentes aspectos, diferentes mentalidades; yo, aún así, me siento cerca de ustedes. Nuestra reunión, hoy, no debe permanecer sólo entre nosotros, sino que debemos llevar a nuestra propia gente, las riquezas que podemos obtener de una reunión así; enseñanzas basadas en la reconciliación, la tolerancia, la paz y el respeto del uno al otro.
El diálogo interreligioso es un tesoro invaluable
Un diálogo interreligioso es un tesoro invaluable, en sí mismo, porque reúne a varios líderes para descubrir que tenemos muchos puntos comunes espirituales, sobre los cuales podemos construir un diálogo común. En todas las religiones siempre hay una ley sagrada a seguir. Esta ley tiene por objeto conducirnos por el camino recto de la santidad, ya sea una ley Cristiana, Musulmana, Budista, Hindú, Judía o cualquier otra. Pero no se trata solamente de escuchar la ley o leerla, sino que lo importante es guardarlay esto es lo que hará santa a la gente a la Vista de Dios.
Todos oramos a nuestra propia manera, todos ayunamos en nuestra estación para purificar nuestra mente y nuestra alma, haciendo, al mismo tiempo, reparaciones por nuestros pecados. Todos nos purificamos, de la manera en la que hemos sido enseñados, todos meditamos para alcanzas niveles más altos de espiritualidad, de acuerdo a nuestras enseñanzas espirituales. Creemos en la rectitud, en la justicia y en las virtudes. En nuestra religión Cristiana, respetamos la libertad de las personas y la Iglesia rechaza el uso de medios inmorales para ganar conversiones. Por lo tanto, nuestras reuniones deben ser genuinas, con el fin de promover la comprensión y el respeto por las tradiciones religiosas de cada uno y sin denigrarlas. Con esto, obtendremos la reconciliación y la paz.
Algunas veces, no hemos tenido ética y hemos faltado al respeto en nuestro comportamiento hacia los otros, hacia nuestras creencias y tradiciones, sin hablar de reconciliación, sin admitir nuestras fallas, ya sea por temor u orgullo. Quizás de alguna forma, hemos fallado al no levantar nuestra voz frente al liderazgo dictatorial, causa de extrema violencia y sufrimientos en nuestro mundo, ni frente a la pobreza y la injusticia. Para resolver conflictos dentro y fuera de nuestras comunidades, tenemos que educar a nuestra gente e infundir en ellos, una espiritualidad divina basada en el amor y en la paz. Por estas razones, las comunidades están divididas y la división no viene de Dios.
La cuestión de la Paz
Todos ustedes están conscientes, ahora que estamos aquí reunidos, que la cuestión de la paz se ha vuelto vital en nuestro mundo y nunca ha sido tan aguda, como en nuestros días. Estamos aquí en búsqueda de soluciones para la paz en el mundo, pero para defender y promover valores morales, justicia social, libertad y paz, tendremos que, no sólo continuar estos diálogos con sinceridad, sino también tomar sobre nosotros, como un deber, el enseñar y educar igualmente a nuestra gente lo que estamos compartiendo juntos. Nuestra gente, si lo decimos con otras palabras, tiene que ser predicada. En Nuestras Escrituras dice: «Todo el lote de pan será santo, si el primer puño de masa es santo». Esto significa que es suficiente que una persona se convierta a la santidad, para traer a toda la nación a la santidad.
Todos se han de haber dado cuenta de que el mundo se ha vuelto más violento y cruel y de que tenemos más desastres naturales. Si el mundo es perseguido por desastres es a causa de su maldad. El mundo atrae sobre sí mismo todos estos males, porque la gente no tiene lugar para Dios, ni lugar para la oración y la contemplación, lo que los puede llevar de la Oscuridad a la Luz. El mundo está tan ocupado con la tecnología, el materialismo y todo lo que no es espiritual, que olvida sus valores reales. En nuestra fe Cristiana, creemos que para hacer el bien debemos llenar nuestra alma con el Espíritu de Dios, Quien da la Luz, pero si no llevamos esta Luz como una Lámpara dentro de nosotros, entonces, estaremos llenos de oscuridad y continuaremos caminando en las sombras de la muerte.
La tecnología y el materialismo jamássatisfarán los anhelos del hombre por la verdad y la comunión. Siempre habrá un vacío dentro del alma y siempre estará en la búsqueda, para llenar ese vacío, dirigiéndose hacia cosas equivocadas. Este es nuestro deber, llenar este vacío con las cosas correctas: los valores espirituales, empezando por la oración y las buenas obras.
El poder de la oración
Por consiguiente, la oración es importante, porque a través de la oración se nos da la luz necesaria para caminar en el camino de las virtudes, haciéndonos capaces, no solamente de ser transformados y renovados nosotros mismos, sino también haciéndonos apóstoles para salir y renovar al mundo y llevar fragancia de nación en nación, trayéndolos a todos a vivir en la paz.
No permitan que nadie los engañe de que la oración no es un arma poderosa. La oración y la meditación son un poder colosal, en sí mismos, especialmente cuando la oración es dicha con un corazón contrito y con sinceridad. A través de la oración, podemos transfigurar, en un jardín, corazones que están secos como un desierto, y hacer que fluyan fuentes de ellos. Podemos cambiar nuestros corazones para convertirlos en un paraíso, tan transparente y tan puro, que podrá asemejar una corona de esplendor. Entre más puro es el corazón, más poderosa se vuelve la oración, así que permitamos que nuestras oraciones sean como incienso perfumado que llene con su fragancia el universo, dejemos que llegue al Cielo. Hagamos un Edén en la Tierra. Entonces, cuando sus corazones estén purificados, cualquiera que sea su Dios, Él escuchará sus súplicas. Así que aprendamos a estar en un estado permanente de oración.
La importancia de mantener la paz
El origen de cualquier tipo de conflicto está, generalmente, en nuestro corazón y algunas veces muy bien arraigado. Nuestro corazón es como el espejo de nuestra alma. Refleja sobre nosotros lo que tenemos dentro de él. Si tenemos guerra en nuestro corazón, la guerra se exterioriza y se vuelve física. Jesús nos dijo lo siguiente: «Las palabras de un hombre salen de lo que está lleno su corazón. Un hombre bueno saca cosas buenas de sus provisiones de bondad; un hombre malo saca cosas malas de sus provisiones de maldad.» (Mt 12,34-35)
Cuando alguien no está en paz con su Dios y consigo mismo, ¿cómo podrá tener paz con su prójimo? Todos estamos cansados de estas guerras, del derramamiento de sangre cada día, del odio, porque va contra la naturaleza y la ley cósmica del Amor, es contra los Mandamientos que hemos recibido.
Todas las religiones tienen un importante papel que jugar para mantener la paz y la reconciliación. Porque el fruto de la paz será la reconciliación, y el fruto de la reconciliación es el amor y la aceptación de los unos a los otros. El amor es considerado como la virtud madre, la principal virtud que da a luz a todas las otras virtudes. Se ha dicho que en el Día del Juicio, todos seremos juzgados de acuerdo a la medida del amor que tuvimos aquí en la Tierra. Esto es: amarnos los unos a los otros, porque tener fe, solamente, no es suficiente.
Buenas obras
Por lo tanto, las buenas obras son necesarias para probar nuestra fe. Si hay alguien, quien nunca ha hecho una sola buena acción, pero afirma que tiene fe y sigue respetuosamente su religión, orando en las horas correctas, ¿esa fe lo salvará? Si los necesitados no tienen ropa o suficientes alimentos para subsistir y uno les dice a ellos: «Yo te deseo lo mejor, que te conserves caliente y que comas bastante», sin darle las necesidades básicas para vivir, entonces, ¿qué bien es ese? La fe es como eso: si las buenas obras no la acompañan, la fe está muerta. Demuestren sus creencias con sus buenas obras. Estas buenas obras pueden también ser llamadas «actos de amor».
Jesús nos dijo estas Palabras: «Ustedes son la sal de la Tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿qué le puede dar de nuevo su sabor? Es buena para nada y sólo puede ser arrojada para ser pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. Nadie enciende una lámpara para ponerla bajo la cama; la ponen sobre un candelero donde ésta brille para todos en la casa. De la misma manera, su luz debe brillar a la vista de los hombres, para que viendo sus buenas obras, ellos puedan alabar a su Padre en los Cielos». (Mt 5,13-16)
Nunca permitan que nada los desaliente si la paz no llega de inmediato, por qué ¿alguna vez han oído que un país nació en un día? Como la Tierra hace que crezcan cosas frescas, como un jardín hace que las semillas germinen, así nuestro Creador hará que ambas, la integridad y la paz, nazcan a la vista de todas las naciones, cuando nuestras oraciones sean escuchadas.
Como Cristiana, creo que nuestro Creador nos creó a todos por Su Amor Sublime, para que podamos regresar este amor y vivir santamente, como Él es Santo. Todos somos iguales ante los Ojos de Dios. San Pablo dice que no hay judío ni griego, esclavo u hombre libre, hombre o mujer. Todos, a los Ojos de Dios, son uno. Quienes tienen diferentes religiones, son igualmente criaturas hechas a la Imagen de Dios y destinadas, finalmente, a vivir en la casa de Dios. A aquel que se le ha dado poco, poco se le pedirá. A aquel a quien se le ha dado mucho, mucho se le pedirá.
Y como uno de nuestros Obispos Griegos nos dijo, en Egipto en una peregrinación interreligiosa que tuvimos, tomaré sus palabras y las citaré: «…Mientras nos reunimos hoy bajo el mismo techo, sin hacer diferencias entre los Cristianos, los no Cristianos o miembros de otras religiones. Desde hoy, anunciaremos al mundo entero que los hombres pueden vivir en reconciliación, mientras aprendan a amar primero a su Dios, quienquiera que éste sea, cualquiera que su nombre sea y entonces, estoy seguro que el amor por el prójimo surjirá también.
Comuniquen nuestros saludos, nuestras bendiciones y nuestro amor a los líderes de sus Iglesias, a los líderes de sus religiones, a sus gentes, a sus comunidades, a sus pueblos, a sus aldeas, a sus ciudades, a sus países. ¡Díganles que nosotros oramos por la paz y el año próximo, espero tenerlos cerca y que las sonrisas sean grandes! ¡Para revelar el mensaje de que ya no hay más guerra, que ningún hombre es asesinado, que ya no hay más derramamiento injusto de sangre de nuestros hermanos en la Tierra!».
Terminaré mi plática dándoles un pequeño ejemplo de un árbol. Todas las ramas de un árbol son santas, si la raíz es santa. Sin duda, algunas ramas han sido cortadas y como retoños de olivo silvestre, ustedes han sido injertados para compartir la rica savia proporcionada por el árbol de olivo mismo, pero aún, incluso si piensan que ustedes son superiores a las otras ramas, recuerden que ustedes no sostienen la raíz, sino que es la raíz la que los sostiene a ustedes.
Una vez más, agradezco al Venerable Suddhananda Mahathero por su bondad y por la obra que está realizando para promover estos diálogos interreligiosos para la paz del mundo. Sinceramente espero que llegará el día en que, a través de nuestros esfuerzos, lograremos la paz que todos estamos buscando y que podremos decirnos, sinceramente el uno al otro: «hermano mío y hermana mía».
Vassula Rydén