por Vassula Rydén
Egipto, del 21 al 31 de Octubre de 2002
Aquéllos que han estado leyendo los Mensajes de la Verdadera Vida en Dios deben de haber notado, quizás, que hay algunas palabras que enfatizan todo el Mensaje: por ejemplo, las palabras: amor, reconciliación, unidad, Espíritu Santo, oración incesante, la Palabra de Dios, Sabiduría y la palabra arrepentimiento. Hoy, quisiera atraer su atención, sobre la palabra «arrepentimiento» y tratar de analizar su verdadero significado. Pero antes de pasar a esto, permítanme decir unas breves palabras acerca de la oración incesante. Todos sabemos, cómo Dios nos está pidiendo a todos que convirtamos nuestra vida, en una oración incesante.
La oración incesante es, cuando permitimos a Dios vivir, perpetuamente, en nosotros y nosotros en Él. La oración incesante es, cuando nuestro espíritu está, completamente, absorto en Dios, volviéndose sensible a la Presencia de Dios. En estos momentos, ya no necesitamos palabras para expresarnos a Dios, porque todo nuestro ser se convierte en una llama viviente. Inflamados con amor por Dios. En estos momentos, de esta oración silenciosa, nuestro espíritu se olvida del mundo, y está extasiado en este silencio, disfrutando cada momento de haber sido capturados por Dios.
Nuestra vida debiera de estar girando, sólo alrededor de Dios y alrededor del Amor Divino, porque el amor une el alma con Dios, y entre más poderoso se vuelve el amor, el alma penetra más profundamente en las profundidades de Dios y dentro de la vida de la Sabiduría. Repentinamente, todo empezará a aclararse para el alma, porque la Sabiduría será Su Compañera diaria y para su gran asombro, ella empezará a ver las cosas, que el ojo no puede ver, y empezará a escuchar las cosas, que el oído no puede escuchar. Entonces, el alma estará tan entrelazada con el Creador y atraída en una unión perfecta del Amor Divino con Dios, que su espíritu se vuelve uno con el Divino. El alma posee a Dios, tanto como Dios la posee a ella.
Un alma no puede vivir sin Dios, sino que toma su vida de Dios. Sin Dios, nuestra mesa está vacía. Es por esto, que es tan importante dar espacio al Espíritu Santo, para que Él nos llene con Su Luz. Pero el Espíritu Santo no puede venir a un alma que está en pecado, ni puede actuar, tampoco, en un alma artificiosa. Por lo tanto, el arrepentimiento es necesario para purificar el alma. Dios dice que el arrepentimiento es la puerta que conduce a las almas al sendero de la contemplación, y de la oscuridad, a la luz. El arrepentimiento es un acto de humildad y entre más humilde es uno, es más fácil que el Espíritu Santo encuentre Su Camino en el alma. Por eso, el arrepentimiento se debe convertir en un estado permanente, en nuestra vida, para permitirnos estar en un estado permanente de contemplación y unión con Dios, lo cual es la oración incesante, como antes la describí.
Sin lágrimas, nuestro corazón permanecerá duro como una piedra y nunca podrá alcanzar la humildad espiritual. El que no esté dispuesto a aceptar el arrepentimiento, nunca estará unido al Espíritu Santo y nunca conocerá a Dios, ni Lo entenderá.
Todos los que deseen la salvación, sentirán la necesidad de arrepentirse, y Dios escuchará su arrepentimiento. Entre más sincera sea la persona que se arrepiente, más grande será la Amistad de Dios. El arrepentimiento no es un acto de una sola vez. Así como se nos pide convertir nuestra vida en una oración incesante, así es con el arrepentimiento. Dios nos pide que nuestra vida se convierta en un arrepentimiento incesante. Dios dice que cada palabra dicha a Él, con verdad, atrae Su Amistad, más cerca, ya que Su amistad se obtiene, en la proporción del arrepentimiento dado a Él. Los frutos que se obtienen, después del arrepentimiento, son el amor y el deshacerse de las pasiones. Una vez, Dios dijo: «Los pequeños pecados o grandes pecados, todos son pecados ante Mis Ojos». Y en otro Mensaje, Él agrega: «El pecado es parecido a un veneno dentro de ustedes, y entre más tiempo permanece dentro de ustedes, más se enferman, acercándolos más, a la muerte. Entre menos lo purguen fuera de su sistema, más se arriesgan a morir. Ustedes pueden ser liberados y sanados del veneno del pecado, si se hacen humildes y se dan cuenta, de que el único remedio para purgar sus pecados es el arrepentimiento».
«Díganme: ¿quién de ustedes arriesgaría su vida, si hubiera descubierto que ha tragado veneno y permaneciera inerte y sin hacer nada al respecto?. Para ser curados de este veneno mortal, tienen que inclinar su cabeza y admitir que son pecadores, ofreciéndome su arrepentimiento. Entonces, todo lo amargo del veneno será purgado, incluyendo la misma serpiente, que han estado nutriendo dentro de sus entrañas, a lo largo de su vida; y, ya estando libres, Yo reemplazaré aquellos males con Mi Dulzura… Sí, una vez que aquellos males salgan, se curarán, y una vez curados, ya no serán ajenos a Mi Ley. Voluntariamente, darán la espalda al mundo, porque, frente a ustedes, verán Mi Gloria y Mi Esplendor; la Visión de Mi Presencia Radiante brillará dentro y fuera de ustedes».
Hoy, Dios nos está dando abundantes oportunidades para regresar a Él, a través de las Gracias que está derramando sobre nosotros, en nuestros tiempos tan miserables y patéticos. A través de la Gracia que nos ofrece, Dios nos traerá a una verdadera vida en Él… Hemos aprendido que debemos hacer la paz con Dios, que nos conduce, también, a hacer la paz con el prójimo. Mientras no hagamos la paz con Dios, estaremos aún caminando solos sobre carbones calientes y no con Dios. Continuamente, estaremos transgrediendo la Ley del Amor que Dios nos ha dado y seguiremos viviendo como rebeldes distanciados de Dios. Por esto, estemos en un permanente estado de oración y arrepentimiento, repitiendo aquellas palabras en nuestro corazón: «Jesucristo, Hijo de Dios, ten Misericordia de mí, pecador…».