DISCURSO DE APERTURA – CARDENAL TELESPHORE P. TOPPO ARZOBISPO DE RANCHI
Queridos hermanos y hermanas:
La vida es una gran peregrinación y todos nosotros somos peregrinos en el camino de la vida. Yo también soy uno de los peregrinos, en vuestra cariñosa compañía y me da una gran alegría que me hayáis pedido dar la bienvenida a esta reunión de agosto, los peregrinos de la paz. Sí, os doy una muy cálida bienvenida a todos vosotros a esta Convención de peregrinos, así como os invito a una reflexión profunda sobre el tema de esta peregrinación. «Cómo superar nuestras divisiones y traer paz al mundo». De hecho, yo deseo darles la bienvenida a esta gran misión de amor curativo que supera las divisiones y trae paz a cada uno de nosotros y al mundo. Moscú deriva su nombre del río Moskva, que ha estado fluyendo durante milenios hasta el día de hoy. Generaciones y generaciones han vivido alrededor de este río como peregrinos en este camino de la vida. El río en sí mismo es un hermoso símbolo de nuestra peregrinación hacia Dios, puesto que el río fluye hacia su destino. En realidad, en el caso del río Moskva, éste desemboca en el río Oka, que a su vez desemboca en el Volga en su viaje hacia el mar Caspio. La fuente de amor que brota de nuestros corazones y se une con las fuentes de los corazones de los demás, hacen el recorrido hacia nuestro destino mucho más alegre y hermoso. Bienvenidos a cada uno de vosotros, el Moskva, el Oka y el Volga. Sí, Bienvenidos sean mis hermanos y hermanas en esta antigua ciudad de Moscú.
El mundo necesita hacedores de paz, los hijos de Dios. «Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios», dijo Jesús en su famoso sermón de la Montaña. La triste realidad es que las divisiones se multiplican en el mundo. Estamos divididos de tantas maneras y en tantos temas. Un simple análisis de las divisiones que prevalecen en el mundo nos revelaría que el amor de nuestros corazones ha sido reemplazado por codicia, violencia, arrogancia y, como el Papa Francisco dice: «la cultura del usar y tirar» que prevalece en la sociedad. El respeto y la reverencia por el otro es de suma importancia para tender un puente sobre las divisiones y traer paz al mundo. Todo aquel que ha nacido en esta tierra merece una vida digna. Cada criatura tiene un propósito inherente y nada puede ser destruido para saciar la propia avaricia, o establecer una falsa supremacía. El mundo necesita entender esta verdad inalienable y tenemos una gran misión aquí como peregrinos de la paz.
El Papa Francisco, en su mensaje para el día de la Paz Mundial de 2014, dijo: «La fraternidad es una cualidad humana esencial, ya que somos seres sociales. Una viva conciencia de nuestra relación nos ayuda a mirar y a tratar a cada persona como a un verdadero hermano; sin fraternidad es imposible construir una sociedad justa y una paz sólida». Sí, la Fraternidad es el fundamento y el camino a la paz.La fraternidad es un vínculo vivo que une los corazones y las mentes y nos hace constructores de paz en el mundo. El orgullo construye muros entre las personas mientras que la esencia de la fraternidad, que es la humildad, construye puentes y en la calma, hace nacer la paz. De allí surge hacia nosotros un llamado para transformar a la sociedad a través de nuestras buenas obras, que brotan hacia el prójimo y hacia toda la creación, de la fuente divina que hay dentro de cada uno de nosotros. Esta es “la vida en Dios” y esta es la vida que proviene de Dios.
Estoy enormemente feliz de que nos hayamos reunido con diferentes credos como hermanos y hermanas, unificados por el mismo amor a Dios. En Él somos uno y en Él permaneceremos, este es el mensaje que se manifiesta en esta reunión y a través de esta reunión de agosto. Ruego que el hecho de estar juntos y las abiertas reflexiones que se pronuncien nos harán verdaderos instrumentos de paz para este mundo destrozado por varias razones. La paz es un regalo, al mismo tiempo que una tarea y una responsabilidad. La paz no es un tranquilizante sino el mayor energético para continuar viviendo, en forma vibrante y apasionada, por la causa de la paz. Somos los hijos de Dios y por lo tanto, implícitamente somos los que trabajan por la paz. Una vez más, doy la bienvenida a todos y seamos vibrantes pacificadores.
30 de agosto de 2017