Mons. Isodore Battikha Arzobispo emérito de Homs, Siria
Obispo de Puerto La Cruz, Venezuela Iglesia Católica Greco-Melquita
Es muy difícil poder tratar un tema tan profundo en pocas palabras y en diez minutos. Por lo tanto, para poder hacerlo, imitaré a mi Señor Jesús, que trataba los grandes temas con pocas palabras, hablando a la multitud en parábolas: Mt 13, 34.
Había una vez dos hermanos, Francisco y Cirilo, que vivían uno frente al otro, en dos casas, en medio de un campo precioso. A causa de pequeños problemas, que se hicieron grandes con el tiempo, los dos hermanos dejaron de hablarse y evitaban cruzarse en su camino.
Cierto día llegó un carpintero a una de las dos casas, preguntando a uno de los hermanos si tenía trabajo para él. Francisco le contestó:
– Señor, ¿ve usted esos tablones de madera que están cerca del río? Los he cortado recientemente. Mi hermano Cirilo vive enfrente y, debido a nuestra enemistad, desvió el río para separarnos definitivamente. Por esa razón, yo ya no quiero ver más su casa. Le pido que me haga una valla, un muro que me impida ver lo que hay en frente.
Francisco se fue a la ciudad y no volvió hasta bien entrada la noche.
¡Cuál no sería su enorme sorpresa cuando vio, en vez de la valla, un puente muy bonito que el carpintero había construido para unir las dos partes del campo!
Si poder pronunciar palabra, vio de repente delante de él a su hermano Cirilo, atravesando el puente con una sonrisa de oreja a oreja.
– Francisco, hermano mío, no puedo creer lo que estoy viendo: has sido tú el que ha construido ese puente, a pesar de que fui yo el que te ofendió. Vengo a pedirte perdón. ¡Qué humildad, Francisco… qué valor tienes! Perdón, hermano mío, perdón…
Y los dos hermanos se abrazaron, olvidando el pasado para construir un futuro de paz y de fraternidad.
Cuando Francisco se dio cuenta de que el carpintero se alejaba, le dijo:
– Buen hombre, ¿cuánto te debo? ¿Por qué no te quedas con nosotros para festejar nuestra reconciliación? –
No gracias, querido amigo, contestó el carpintero, tengo que construir muchos puentes: es mi misión…
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La elección de los dos nombres, Francisco y Cirilo, es para indicar las dos Iglesias hermanas: la Católica y la Ortodoxa.
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Ser carpintero y constructor de puentes es misión de todo cristiano.
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Las diferencias entre los Hombres es una riqueza, no una lacra.
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Lo que une a los cristianos es muchísimo más grande que lo que los diferencia.
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Los tablones de madera utilizados para construir el puente son: la humildad, el perdón, la verdad… Todo esto junto nos da un mundo de paz y serenidad.
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A fin de que el mundo crea en la Cruz y en la Resurrección de Nuestro Señor, amémonos unos a otros y perdonemos las ofensas de los otros, para que el Señor nos perdone también nuestras ofensas y nos conceda la Paz. Porque los que no tienen paz en su interior, no pueden transmitirla al mundo y ni a los demás.