VASSULA: PRIMERA CONFERENCIA ECUMÉNICA – RUSIA 2017
Estamos tratando de encontrar una clave para superar nuestras divisiones entre los diferentes credos. Mi pregunta es: ¿cómo vamos a encontrar ese Puente que nos transforme hasta el punto de poder traer la paz al mundo, cuando en nuestros propios círculos cristianos estamos aún debatiendo, disputando y manteniendo divididas nuestras Iglesias?
Ciertamente, lo que todos estamos buscando está por encima de nuestra capacidad humana. ‘¿Cómo tender un puente sobre nuestras divisiones y traer la paz al mundo?’ ¿Y cuál es esa clase de Puente? A menos que Dios intervenga, no veo que podamos alcanzar soluciones permanentes por nuestra propia cuenta para resolver nuestras divisiones y acabar con ellas. Pero me gusta cuando Jesús dice: “Haced lo que podáis y Yo haré el resto”. Hay ahí una nota de esperanza. Por lo tanto, lo que yo creo es que únicamente la Poderosa Mano de Dios podrá unirnos. ¡Nos hace falta un milagro!
Yo creo en los milagros y en que Dios es capaz de unirnos. Pero eso no significa que tengamos que quedarnos sentados, tomándolo con calma, bien relajados, esperando que caiga un milagro del Cielo. El Señor quiere que obremos con sinceridad, sacrificio y amor. La Llamada de Dios es una llamada urgente, que nos convoca a todos para volverle a descubrir; nos está llamando a redescubrirle, muriendo a nuestro propio yo, a nuestro ego, y no a través de reformas administrativas, ¡no! Tenemos que dejar que Dios que Se revele a Sí mismo en nuestros corazones, de una manera íntima.
Aquí, entre nosotros, tenemos un grupo bastante grande de cristianos de diferentes Iglesias, a una de las cuales yo pertenezco. En los últimos años, durante nuestras peregrinaciones, nosotros, que procedíamos de 23 denominaciones eclesiales diferentes, pusimos en práctica, de hecho, la tan anhelada unidad en la diversidad, unidad que ha sido objeto de un diálogo perenne entre las Iglesias, y aún lo sigue siendo.
De repente sucedió algo, inspirado por el Espíritu Santo: ya no veíamos nuestras diferencias y nos hicimos uno, compartiendo la Sagrada Eucaristía alrededor de un mismo Altar. Fueron momentos sublimes de amor fraterno y de participación, glorificando a Dios. Tuvimos un anticipo de lo que sería la unidad. Las palabras de unidad que habíamos estado expresando en nuestros diálogos durante tantos años tomaron forma y se hicieron vivas, y ya no eran sólo leídas en una página impresa, sino que se volvieron visibles y tangibles.
De modo que todo es posible con Dios, si Se lo pedimos y obtenemos Su favor! La fe y la confianza en Dios son cruciales. La verdadera fe nos hace ver, a través de la Luz de Dios, que cada cual a nuestro alrededor es ciertamente un hermano nuestro, amado por Dios Todopoderoso. Así que aumentemos nuestra fe en Dios para que nos haga lo bastante confiados y audaces como para acercarnos a Él, pidiéndole con determinación Su ayuda y un milagro.
Pero entonces, a cambio de Su favor, lo primero que Dios nos pedirá a todos es escuchar nuestro grito de arrepentimiento. Que reconozcamos que hemos sido poco éticos y poco respetuosos en nuestro comportamiento hacia los otros, irreverentes hacia las creencias y tradiciones de los demás, dejando de ser sinceros, dejando de admitir nuestros fallos, dejando de hablar alto y claro en contra de los liderazgos dictatoriales, que son causa de extrema violencia y de sufrimiento en nuestro mundo. Dios nos pedirá que muramos a nuestro ego de una vez por todas, a nuestro orgullo y nuestros prejuicios. Nos pedirá un amor sacrificial y que convirtamos nuestras vidas en una oración incesante. Pero, sobre todo, nos pedirá que vivamos los dos más grandes Mandamientos de la Ley: ‘Amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alama y con toda nuestra mente,y amar al prójimo como a nosotros mismos’. Entonces, cuando Dios vea en nosotros un corazón sincero, Su Majestad nos cubrirá de Sus gracias, nos ungirá, y nos mostrará el camino. Y obrará el milagro.
En el Corán, en la Sura XXII, llamada “la Peregrinación”, en los versículos 77 y 78 está escrito: “Adorad a vuestro Señor y haced el bien”. “¡Sed testigos ante los hombres! “Así pues, practicad la oración prescrita, dad la limosna habitual y aferraos a Alá”.
En resumen, lo que Dios nuestro Señor quiere de nosotros es que nos convirtamos en la Viva Imagen de Su Deidad, que no tiene ningún rastro de oscuridad, porque Él es el Alfa y la Omega, y debemos ser conscientes de que solos no podemos hacer nada, mientras que con Dios a nuestro lado, lo imposible se hace posible. Así que acabaré diciendo que ¡o Dios o nada!
Así, pues, pongamos la oración como nuestra Espada contra Satanás, que disfruta con nuestra división y nuestra destrucción. Y Dios nos dará la Luz necesaria para iluminar nuestra mente y nuestra alma para descubrir que ¡el Puente de la Unidad estaba ahí, pero nuestra oscuridad nos impedía verlo! Es un Puente hecho de Zafiros Celestiales, que representan todas las Virtudes.
En el momento en que nos arrepintamos sinceramente de nuestros innumerables pecados, Dios nos perdonará, y mediante Su Perdón, restablecerá nuestra visión para que seamos dignos de ver ese Puente que trae la paz al mundo y nos conduce a la realidad de Dios. ¡Gloria a Dios, cuyo poder, obrando en nosotros, puede hacer infinitamente más de lo que podamos pedir o imaginar!