27 de diciembre de 1988
¿Jesús?
¡Yo soy!
¡Ah! Todo lo que pido de ti es amor. Glorifícame distribuyendo Mi Mensaje. Muestra Mi Amor en las reuniones, Vassula. No mires por encima de Mi hombro para ver qué va a pasar después1. Mira lo que te ofrece el día de hoy.
¿Señor, está mal planificar?
He dicho que no te preocupes por el mañana. No te preocupes, confía en Mí. Quisiera que entendieras que, dejándome espacio para respirar en ti, me sentiré libre de llevar a cabo Mi Obra. Quisiera que un día entendieras plenamente que todo lo que tienes viene de Mí, y que es Mi Obra y no la tuya. Sin Mí, eres incapaz de pestañear siquiera. Por tanto, abandónate a Mí. No dejes que tu subjetividad te engañe. Te amo y no quiero verte caer.
Deséame a Mí y nada más que a Mí. Acepta lo que tienes y todo lo que Yo te doy. No escuches las habladurías de la gente. Fíate de Mí, porque ésta es Mi Obra. La subjetividad siempre te guiará mal. Deja que las cosas sucedan como si sucedieran por sí solas. Así es como Yo obro. No “empujes” las cosas ni los acontecimientos, porque “empujándolos” también Me empujas a Mí a un lado. Así pues, sigue siendo una nada, deja que todo venga de Mí.
Señor, ¿cómo puedo saber la diferencia entre “inspiración” y “subjetividad”? Es difícil.
Bienamada, te diré esto: Cada paso que quieras dar, ven primero a Mí. Ven a consultarme. Ora al Espíritu Santo de Consejo. Y me refiero a cada paso, a cada cosa que quieras emprender: ven primero a Mí. Yo te guiaré. Nunca jamás planifiques por tu cuenta.
Vassula, ora para obtener discernimiento. No te apresures. He trazado Mis Planes mucho antes de que tú nacieras. Hija, te he encargado proclamar y transmitir Mi Mensaje al mundo, pero recuerda muy bien esto: Yo no te pido que les convenzas. Deja que los que tengan oídos, oigan. Por tanto, flor, recuerda todas Mis instrucciones.
¿Nosotros?
Sí, Señor.